Ramón Alberto Garza

El Fondo Monetario Internacional emitió ayer sus predicciones 2020 sobre los efectos de la crisis económica y financiera desatada por la pandemia del Coronavirus.

Y al enumerar las economías que más resentirán la recesión en este año, México fue instalado en un muy preocupante cuarto lugar, con un decrecimiento esperado de 10.5 por ciento.

Para darnos una idea del drama, Italia y España serán las dos economías más lesionadas, con un decrecimiento del 12.8 por ciento anual.

En tercer lugar viene Francia, con una caída del 12.5 por ciento, México con un decrecimiento del 10.5 por ciento anual y el Reino Unido en quinto con un desplome del 10.2 por ciento.

Pero la sorpresa mayor viene con los pronósticos de recuperación, en donde el FMI coloca a Francia en primer lugar con un crecimiento del 7.3 por ciento, seguido de Italia, España y Reino Unido con 6.3 por ciento y México muy abajo con apenas el 3.3 por ciento.

Solo para darnos una idea del drama que ya está aquí, recordemos que el desplome de la economía para 1995 en México -tras el llamado Error de Diciembre- alcanzó el 6.9 por ciento. Y para los que la vivieron, aquello fue una pesadilla.

Ahora imaginen un desplome de 3.3 por ciento por encima de aquel decrecimiento fatal de 1995. Será sin duda un infierno.

Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador desconfía de las cifras del FMI. Dice que tiene “otros datos”.

Para el mandatario mexicano el desplome será entre un 3 y un 4 por ciento en este año. Pero la realidad terminará por alcanzarlo.

Igual que esa realidad lo alcanzó con las cifras de la pandemia. Pronosticaban de 6 a 8 mil muertos en la cima del contagio que se anunciaba para abril y luego para el 10 de mayo.

Estamos en junio, los récords continúan rompiéndose día tras día. Nadie encuentra la “curva aplanada” y vamos en 24 mil muertos. Un error del 400 por ciento en los cálculos del epidemiólogo Hugo López-Gatell.

El peligroso coctel económico que se está gestando en México no tiene que ver solamente con la enorme caída del Producto Interno Bruto, sino en el producto del manejo a lo bruto del clima de inversión interno.

Cuando ya creíamos que con la cancelación del nuevo aeropuerto de Texcoco lo habíamos visto todo, viene la consulta y la suspensión de la cervecera Constellation Brands en Baja California.

Y todavía no nos recuperamos del golpe a la credibilidad de los inversionistas extranjeros, cuando se desata la guerra con la española Iberdrola, que ayer anunció la cancelación de su proyecto de una termoeléctrica en Tuxpan, con una inversión de mil 200 millones de dólares que daría empleo a unos dos mil mexicanos.

Nadamos de plano a contracorriente. El mundo se cimbra frente a la crisis, México aparece entre las naciones más perjudicadas por el desplome económico y la reacción del gobierno de la Cuarta Transformación es ahuyentar la inversión extranjera directa.

No hay duda de que en cualquiera de los tres proyectos cancelados pudiesen existir ajustes o incluso renegociaciones. Pero esas se arreglan sentándose a la mesa a fijar las nuevas reglas, no usando los guantes de box.

Jamás debe declararse una guerra frontal que envía al mundo la señal de que el Estado de Derecho en México es letra muerta. Que lo que ayer se firmó, mañana no tendrá valor alguno. Que la decisión unilateral y absoluta de un hombre lo define todo. Para bien o para mal.

Lo lamentable es que no existan dentro del gabinete las voces sensatas –que las hay- que persuadan al inquilino de Palacio Nacional a despertar y recapacitar.

Ni el horno del crecimiento económico está para bollos, ni la Magdalena de la inversión extranjera para tafetanes. Por lo pronto ya fuimos marginados del club de las 25 naciones favoritas para invertir.
MSN MÉXICO.