Sin olvido, lo importante es lo que viene

MAX CORTÁZAR

México requiere poner en el centro de la conversación pública de la pandemia a quienes, desafortunadamente, perdieron la vida como consecuencia del covid-19. Esto resulta necesario porque, además de ser la única vía para expresar la más profunda solidaridad con las miles de familias que sufren la pérdida irreparable de sus seres queridos, al visibilizarlos generamos conciencia social de que las amenazas del coronavirus siguen aún vigentes, por lo que debemos mantener activas las medidas de prevención si lo que deseamos evitar es un mayor avance de la tragedia de salud en nuestro país.

En la actualidad se ven lejanos los años en que la Organización Mundial de la Salud reconocía a México por el manejo “transparente y responsable” en su desempeño frente al brote de un nuevo virus, como fue el caso de la influenza A(H1N1). Estrategia de salud en que “las lecciones aprendidas fueron esenciales para la comunidad internacional”, de acuerdo con la misma organización. El covid-19 ha dejado ver que, de aquellas capacidades institucionales construidas en torno a la respuesta a la pandemia, así como de un servicio público de salud otorgado con mejor cobertura a la población en condición de vulnerabilidad, queda ya muy poco. Peor aún, la experiencia mexicana ante el coronavirus será recordada entre las peores prácticas globales de la emergencia sanitaria.

Por un lado, destaca la notoria opacidad e ineficiencia con la que se conduce el principal responsable de articular los esfuerzos nacionales para mitigar los impactos del coronavirus, el subsecretario Hugo López-Gatell. Con 202 mil decesos por covid-19 reconocidos de manera oficial, México se encuentra entre los tres países con mayor letalidad. Sin embargo, la catástrofe es mucho más grave de lo que sostiene el subsecretario. No sólo por las estimaciones planteadas en el informe de exceso de mortalidad, dado a conocer el fin de semana con el más bajo perfil posible, en el cual la Secretaría de Salud estima hasta en 322 mil 139 fallecimientos; sino porque, de acuerdo con distintos especialistas, este número podría alcanzar el medio millón de mexicanos.

Por el otro, en cuanto a las capacidades del sector federal de salud, la campaña de vacunación contra covid-19 ha comprobado, si no su debilidad institucional, sí la falta de una adecuada preparación en el contexto de la pandemia. El subsecretario López-Gatell tuvo meses para organizar una adecuada adquisición, distribución y aplicación de las vacunas. Sin embargo, ante su pasividad, no sólo la Secretaría de Relaciones Exteriores tuvo que entrar al rescate de la compra, sino que todavía hoy se presentan escenas que despiertan enojo social al no hacer justicia al sentimiento de dolor e incertidumbre que persiste en millones de hogares.

Entre ellas destacan: el descuido en el manejo de las vacunas, las cuales han sido enviadas a varios estados en temperaturas mayores a las óptimas, arriesgando su grado de efectividad en la protección de las personas; la distribución de miles vacunas sin garantizar el abastecimiento de los diluyentes y jeringas indispensables para su aplicación; así como la falta de claridad en los criterios de repartición entre entidades federativas. Ello sin olvidar los casos de desabasto en el cuadro básico de medicamentos del sector público de salud, dados a conocer por los medios de comunicación.

Por eso, el subsecretario López-Gatell se equivoca al querer tender cortinas de humo para intentar impedir la evaluación retrospectiva de su labor, como lo es su ataque a las decisiones editoriales del periodismo. Los daños de su labor, desde marzo de 2020, son claros y evidentes. Lo que ahora deseamos es evitar una mayor tragedia prospectiva, con la difusión de información que realmente muestre la dimensión de la emergencia que seguimos enfrentando y, así, evitar otro número significativo de fallecimientos al haber mayor apego a las medidas de prevención.

En lo prospectivo, no deja de llamar la atención que mientras Estados Unidos tiene una proporción mucho mayor de vacunados, se muestre preocupado por una nueva ola de contagio y muerte de sus ciudadanos; mientras en México, el subsecretario López-Gatell defienda con un semáforo epidemiológico dominado por verdes y amarillos en la gran parte del territorio nacional, en tanto se pasea plácidamente por playas y restaurantes como si la emergencia sanitaria fuera cosa del pasado.