Prolegómeno de la vida humana

Crónicas Ausentes
Lenin Torres Antonio

Tengo ya preparadas las respuestas
para las entrevistas periodísticas
que me hagan en la prensa, radio y tele.
Querrán saber qué opino y como soy,
me mostraré ingenioso
y espontáneo.
Tengo ya preparadas unas listas
de personalidades muy importantes
e incluso redactados ya los textos,
muy agudos,
de las dedicatorias.
Tengo ya preparadas las metáforas
que servirán como brillante ejemplo
o síntesis que aclare lo que exponga,
saldrán como galaxias de las páginas.
Y tengo preparada mi postura,
al sentarme o de pie,
tono de voz,
expresión de los ojos y la boca.
Todo está preparado,
todo a punto,
puedo empezar pues
a escribir mi libro.
“Puedo Empezar”:
José María Fonollosa, Albert Pla

En el Tractatus logico-philosophicus: Fragmentos 6.41 – 76.41. Wittgentein escribía, “El sentido del mundo debe quedar fuera del mundo. En el mundo todo es como es y sucede como sucede: en él no hay ningún valor, y aunque lo hubiese no tendría ningún valor. Si hay un valor que tenga valor, debe quedar fuera de todo lo que ocurre y de todo ser-así. Pues todo lo que ocurre y todo ser-así son casuales. Lo que hace no casual no puede quedar en el mundo, pues de otro modo sería a su vez casual. Debe quedar fuera del mundo”., porque no que no es casual pertenece a lo trascendental y las cuestiones humanos son fortuitas, aparentes, ficciones, juego de lenguajes con que le damos sentido a nuestro ser aquí, que acaece y acontece en una realidad en permanente movimiento, con esta advertencia, debemos tener cuidado con esos juegos del lenguaje, que no dicen todo de la cosa ni es la cosa misma, y mucho menos jugar la vida misma en absolutos y trascendentales que pertenecen o bien al orden tautológico de las formas matemáticas, o bien, a la fe ciega en la no razón.

Hace tiempo que ni nos buscamos ni construimos nuevos sonidos para referirnos a “las cosas”, entre esas cosas, “la cosa humana”, y una “cosa humana” en relación con otra “cosa humana” que señalamos con el término “sociedad”. Hace mucho tiempo que no nos engañamos, y que creamos que ese engaño es real, verdadero y cierto; hace mucho tiempo que sobre ese engaño no construimos constructos conceptuales y ciencia, y la desvaloración, el desgaste de los conceptos con que perpretramos el autoengaño dejaron de funcionar y sorprendernos, razón, alma, amor, democracia, bien, mal, falso, verdadero, incluso, los últimos términos posmodernos, inconsciente, deconstrucción, complejidad, etc. Parece que damos vuelta en círculo y volvimos al mismo lugar frustrados y molestos, iracundos ni siquiera los mitos hedonistas complacen nuestra sed de certeza, nuestra hambre de sentimientos, ni el más abyecto masoquista se vanagloria con el castigo al cuerpo como fuente de sentido y de pertenencia; las horas de la vida humana transcurre eternamente triviales y pesadamente predecibles.

Pese a las advertencias epicureistas, heraclitianas, maquiavélicas, nietzscheanas, marxistas, freudianas y wittgenteineanas, la gaya ciencia del optimismo, y el dogma de la razón nos hicieron tomar el camino de la luz, y el dogma cristiano del cristo enseñándonos el camino superaron la muerte del verdadero dios, con la asunción del hombre ilustrados, el de los buenos modales, “¡Ah, sí sólo hubiese sido un perezoso! ¡Cómo me habría respetado a mí mismo! Me habría respetado porque me habría visto capaz, por lo menos, de tener pereza, porque habría poseído una cualidad definida y la seguridad de poseerla. Pregunta: ¿quién eres? Respuesta: ¡un perezoso! Habría sido verdaderamente agradable oírse llamar así”[i], pero ni la peor vulgaridad de un concepto de nuestra narrativa nos hace recobrar el sentido y el orgullo, hemos fracasado como especie animal, de “de estar en la pirámide de la evolución de los seres vivos orgánicos”(1), nos desbarrancamos y nos convertimos en unos desequilibrados depredadores y ahora en unos indefensos y cobardes temerosos de la muerte, porque nuestro tiempo lo ocupamos en destruir al otro y proveer placer a nuestros cuerpos, un cuerpo que se desliza esquizoide en las carreteras virtuales de la muerte buscando acabar con el sufrimiento antes de enterrar nuestros cuerpos.

El problema no es una concepción pesimista de lo humano, sino su no aceptación que “somos eso que somos”, atrapados en los juegos del lenguaje, en el intento de decir todo de la “cosa”, y quedarnos sólo con proposiciones sonoras, las otras narrativas por venir están expuestas a los límites de ese lenguaje, y si bien hemos hecho el intento de ampliar esas narrativas con el no-ser, no ha sido suficientes para construir otras que seduzcan nuestro cuerpo, atrapen nuestros sentidos y enamoren y atemorizan nuestra razón y voluntad.

Si estamos dispuestos a volver por nuestros mismos pasos, con la condición de que al regreso ya no seamos el mismo, sólo ahí podremos encontrar otro aliento para continuar engañándonos.

Somos seres de ficción, somos ficción, porque estamos estructurados como un lenguaje, y hemos llegados a los límites de nuestro lenguaje de nuestra condición humana.

Hablar de la vida cotidiana del hombre y del coloquio excelso del conocimiento se sostienen por la misma trampa, los lenguajes y el dictador en turno del gran lenguaje, que en corto tiempo pierde su reino por otro pelafustán de verborrea florida y encantador de vacíos estructurales. Hace tiempo que dejamos de tener un nuevo dictador lingüístico y lenguajero.
Hace tiempo que las tribunas se llenaron de mentadas de madre y convocatorias a esos tiempos hipnóticos de las ideologías.

Pero cómo vamos a alegrarnos si dejamos la lucha, ser discípulos de Pólemo, las guerras intelectuales se convirtieron en discusiones bizantinas sobre la naturaleza humana, y más sobre la política y lo social.

Hace tiempo que dejamos ser seducidos por una idea, la masa sigue al que le pueda dar certeza de subsistencia, el sentido de “la panza llena” es el verdadero sentido de la vida”, no busquemos más allá, no lo hay, ni lo vamos a encontrar, los mitos desaparecieron como especies animales de tanto ser cazados para decorar algunas paredes.

Hoy el debate está en quién es el que se presenta como el menos malo, el menos corrupto, el menos mentiroso, incluyendo a los entes políticos como a la gente de pie. El mundo fracasó con su economía liberal capitalista, con su hombre universal, con su animal racional, con su fe en el dios, con su mundo espiritual diferente al cuerpo.

El pensamiento occidental tiene que aceptar que el pensamiento oriental le puede enseñar algunas cosas para entender la realidad cognoscente, la predicación cientificista, las partes determinan al todo y el todo contiene las partes sin desfigurarse, etc. Pero la vanagloria del viejo mundo, con su capital construida en América, se niega a aceptar que la visión occidentalista judea-cristiana, no tan sólo sobre la fe, sino también sobre la economía, la idea de hombre, y el sentido de la vida humana han fracasado. Se niegan a volver por los mismos pasos aun con la condición de no ser aquello que creímos ser.

La vuelta a lo local, al municipio, a los sentidos y la percepción, a lo simple y sencillo son urgentes, la concepción de un mundo occidental que se construyó con sacrificios y depredación de África, América Latina, Asia, con guerras inmorales merecen el eterno señalamiento de los descendientes de esas violaciones, lo hijos e hijas bastardas del Imperio.

Entra la espada y la pared, entre una urgente política social humanizada y una economía capitalistas salvaje sin corazón, entre la esperanza de un mundo humano que aprenda de sus errores, y aprenda de esta pandemia y que “el bicho mata hombres” le devuelva sus pies al suelo, a la tierra, a la realidad cósmica que nunca debimos perder. Pero a veces creo que la entropía universal es el destino de lo micro como de la macro, y que tarde que temprano nos hará desaparecer.

Una revuelta de los ilustres y pensantes, una urgencia de volver a volver a pensarnos, un salto cualitativo con el peligro que la nueva narrativa requiera terapia intensiva para no morir espiritualmente, y la neurosis se agrave más, dejando despojos caminar de un lugar a otro infinitamente, el mundo de la estupidez está en pleno apogeo, el miedo a la muerte petrifica no tan sólo nuestro cuerpo sino todo eso que llamamos humano, la muerte que algún tiempo atrás era fuente de reflexión, de filosofía, ahora es fuente de reclusión y suspensión.

Pese a estos tiempos hostiles, y semimuertos, creo que hay una esperanza que atesora a los efímeros, el pensamiento violento del que se sostiene de una sola mano pendido en el precipicio, el “fua”(2) o sacar el extra, acuñar el nuevo lenguaje de la nueva narrativa del hombre donde la ficción de la democracia tenga consecuencias de mejora en nuestro ser, donde la igualdad se sienta con tan sólo toparse con el congénere, donde la política vuelva a ser ciencia y no retórica, donde el debate de las ideas se una condición necesaria y obligatoria, donde la política sea un asunto de todos los habitantes de la res pública.

(1)http://www.ataun.eus/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Fedor%20Dostoiewski/Memorias%20del%20subsuelo.pdf

(2)https://www.youtube.com/watch?v=SWOz-kIwDuU