Afganistán: Batalla geopolítica

LILA ABED

Después de casi dos décadas en Afganistán, y a menos de un mes del 20 aniversario de los ataques del 11 de septiembre, la derrota de Estados Unidos es evidenciada con el retorno del Talibán al poder y la amenaza eminente de que el país podrá convertirse una vez más en un refugio para organizaciones terroristas. Mientras que el mandatario estadounidense intenta hacer un manejo de crisis por el caótico y vergonzoso operativo de evacuación del aeropuerto de Kabul, sus rivales unen fuerzas para contrarrestar el poderío de EU en el mundo.

Tanto China como Rusia han expresado su voluntad de desarrollar una relación amistosa con el Estado Islámico y están dispuestos a reconocerlo diplomáticamente. El Gobierno de Xi Jinping ofreció apoyo económico para la reconstrucción de Afganistán y el representante ruso en Kabul aplaudió los esfuerzos del Kremlin de establecer buenos contactos con los talibanes.

La semana pasada, Vladimir Putin, y el presidente turco, Tayyip Erdogan, acordaron fortalecer la coordinación bilateral sobre asuntos afganos.}

Irán, quien ha sido señalado de brindar apoyo financiero y militar a los talibanes, tiene un nuevo presidente ultraconservador que festeja la salida de las tropas estadounidenses, argumentando que es una oportunidad para restaurar la seguridad y la paz en el país. Por su parte, el movimiento islamista palestino Hamas, que controla la Franja de Gaza y está en constante batalla con el aliado estratégico de Estados Unidos, Israel, felicitó a los talibanes por su victoria.

Como si fuera poco, Pakistán, uno de los tres países, junto a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, que reconocieron a los talibanes cuando tomaron el poder entre 1996 y 2001 y que les ofreció refugio cuando fueron expulsados por EU, se encuentra aliado con China para cimentar su dominio en la región.

Esta alianza entre países se basa en una hostilidad compartida hacia potencias occidentales y un interés profundo de expandir su influencia geopolítica.

La razón del presidente Biden para retirarse de Kabul fue para reenfocar la atención de EU para enfrentar a una China en ascenso y atender amenazas más importantes en otras regiones. Irónicamente, les ha dado la oportunidad a sus rivales de expandir su influencia en un lugar donde según la Casa Blanca ya no representa ningún interés de seguridad nacional para EU: Afganistán.

Aunque la decisión de sacar a las tropas estadounidenses del país era inevitable, la manera en que se llevó a cabo representa un golpe tremendo para la credibilidad de EU en el mundo. Si bien es cierto que uno de los pilares de la política exterior de Biden es defender los derechos humanos a nivel internacional, esta pierde legitimidad al abandonar a la población afgana, a mujeres y niñas, en manos del Talibán. Su postura moral se debilita, sus rivales se fortalecen y pierde fiabilidad con sus socios y aliados tradicionales en el escenario global.