¿Cobraremos por el ‘trabajo sucio’ con los migrantes?

Enrique Quintana

El próximo jueves se reunirá una delegación de funcionarios mexicanos de alto nivel con sus homólogos de Estados Unidos para dialogar sobre temas económicos y asuntos de cooperación entre ambos países.

La iniciativa suena muy interesante… salvo por los cuatro ejes anunciados por México:

Reconstruir juntos; promover el desarrollo económico, social y sustentable del sur de México y Centroamérica; asegurar las herramientas para la prosperidad futura, e invertir en nuestro pueblo.

Es usual que en el lenguaje diplomático a veces los enunciados públicos sean meras generalidades, pero en este caso francamente las definiciones parecen parte del célebre Plan Nacional de Desarrollo escrito por el presidente y sus asesores, después de desechar el que le llevó Carlos Urzúa, es decir, llenos de ideología y carentes de sustancia.

Como le he comentado en diversas ocasiones, la posición estratégica que hoy tiene México frente a Estados Unidos es muy ventajosa.

La popularidad del presidente Biden se ha desplomado después del desastroso retiro de Afganistán.

De acuerdo con el sitio RealClearPolitics, el promedio de las últimas encuestas cifra en 45.2 por ciento la aprobación a Biden frente a un 49.3 por ciento de desaprobación.

Apenas el 23 de julio, había un 52.5 por ciento de aprobación por 43.5 por ciento de desaprobación. Se dio todo un vuelco y la caída es de poco más de 7 puntos en cerca de seis semanas.

Y, si Afganistán le pegó a Biden, los resultados de la política migratoria le pueden pegar más.

Por eso es vital para Estados Unidos que México siga haciendo el ‘trabajo sucio’ de evitar que los migrantes centroamericanos y caribeños lleguen a su frontera, como de hecho se ha estado haciendo, lamentablemente, en los últimos días.

Uno esperaría que frente a esta necesidad de EU se pudieran negociar ventajas estratégicas para nuestro país en el contexto del TMEC, como por ejemplo, el apoyo del gobierno de EU en el asunto de las reglas de origen del sector del automóvil o una política menos beligerante de los sindicatos norteamericanos en asuntos laborales.

Pero, pareciera que por encima de esas necesidades precisas está la obsesión presidencial de que el gobierno norteamericano impulse el programa Sembrando Vida, en Centroamérica.

Además de la pérdida de popularidad del presidente Biden, hay un gran telón de fondo, que es el conflicto estratégico de EU con China. Y este país tiene una presencia cada vez mayor en América Latina.

Salvo Colombia, en todos los demás países de América del Sur, China ya es un socio comercial más importante que Estados Unidos.

México puede convertirse en un aliado fundamental de los estadounidenses, para preservar una zona económica norteamericana con potencial para competir exitosamente con China.

Y ello requiere más inversión estadounidense en México, para apuntalar la competitividad de la región.

Ese debería ser el foco de las conversaciones y no el asunto de un cuestionable programa que deja dudas respecto a su efecto real en la reforestación de la zona.

Se ha comentado muchas veces, pero no puede dejar de decirse que México tiene una oportunidad histórica que probablemente sea irrepetible.

Este conflicto con China y las tendencias del nearshoring en el contexto de la recuperación económica de Estados Unidos podrían permitir una oleada de inversiones, como no se ha producido desde el arranque del TLCAN en 1995.

Sin embargo, el coqueteo de nuestro país con gobiernos anti-EU en la región, así como políticas públicas que ahuyentan la inversión privada, pueden conducir a que esta sea una nueva oportunidad perdida en nuestra historia.