López-Gatell odia el alcoholímetro y el tapabocas

Si uno maneja borracho puede matar a alguien. Hay entonces una norma que nos hace responsables de lo que le ocurre a los demás. Es una norma obligatoria cuyos castigos van desde lo administrativo a lo económico, al torito. Es, hay que decirlo, una coerción de parte del Estado. Si uno sale a la calle desnudo, hay una norma que nos sanciona; no porque nada nos suceda a nosotros por hacerlo sino por lo que les ocurre a los demás. Menciono estos dos ejemplos, pero hay muchos más. Va uno reciente: si yo en Oaxaca le regalo un gansito a un niño que no es mi hijo, la ley me sanciona porque me hace responsable de lo que le pasa a otro. Pues sí: así funcionan las normas. Es más, hay normas en relación con el daño contra uno mismo. De ahí la discusión alrededor de la eutanasia y la muerte digna. El doctor Hugo López-Gatell tiene algunas objeciones a esta lógica.

Dijo el miércoles: “Cuando se hace responsable a la persona de lo que le ocurre a los demás con un carácter obligatorio, se establece coerción por parte de la fuerza del Estado, no necesariamente la fuerza pública, la policía o algún otro cuerpo de seguridad; pueden ser sanciones administrativas, como una multa de más de 40 mil pesos. “Eso en un país que ha sido asolado por abusos de autoridad, por actos de violación de los derechos humanos; por una violencia social muy lamentable puede resultar en el enorme riesgo de que se vuelvan a abusar de los derechos humanos”. El miércoles, el doctor López-Gatell hablaba, por supuesto, de los cubrebocas. Un episodio más en su pelea por mantener una idea que tal vez en marzo y abril tenía alguna lógica —se conocía poco del virus—, pero que hoy, y cada día más, es insostenible. Nadie va a discutir lo de los abusos de autoridad y las violaciones a los derechos humanos. Pero doctor, usted es doctor, no confunda el síntoma con la enfermedad.

En esa lógica…pues no habría leyes. Y menos las de este gobierno que quiere meter a la cárcel a todo mundo con prisión preventiva (hablando de derechos humanos). No se ponga el tapabocas, ándele, ya qué. Pero no ande diciéndole a los vendedores oaxaqueños de refrescos que cuando les caiga la autoridad para multarlos por vender a niños se están violando sus derechos humanos. ¿No que esa ley sí le gustaba?