Medio año de pandemia después, el secretario de Hacienda dijo lo que nos espera: “Lo que estamos viviendo ahorita, y vamos a seguir viviendo por los próximos meses, es la crisis sanitaria y la crisis económica más seria del último siglo”. Se han utilizado los recursos guardados para este tipo de contingencias y el presupuesto que se presentará será el más acotado en mucho tiempo. La austeridad, profundizada en tiempos de pandemia, será aún mayor para los próximos años obstaculizando la operación eficiente del gobierno.

La estrategia contra el virus, diseñada para durar mucho con tal de no saturar hospitales, sigue afectando el desarrollo económico y el empleo de formas no vistas hace mucho tiempo. No habrá recuperación hasta que no cesen los contagios y las muertes. Y en la medida en que los semáforos pasen a amarillos y verdes y llegue la temporada de influenza, veremos rebrotes. El efecto se empieza sentir de muchas maneras terribles, hay que leer, por ejemplo, el texto de fin de semana de mi colega Sandra Romandía. Lo que falta de este año y 2021 serán, si nos va bien, complicadísimos. Se necesitará la “comprensión y solidaridad de muchos”, dijo Arturo Herrera. Y sí. Toda crisis tiene una fuerte dimensión de transformación. Y una como la que enfrentamos, con más razón. En muchos sentidos, la pandemia ha hecho aún más evidente y ha acentuado lo que el hoy Presidente venía señalando hace muchos años. Lo precario, por no decir jodido, de nuestros sistemas de salud, fiscal, de seguridad social, de justicia… la corrupción en todas partes y las carencias cotidianas de la mayoría de la población. Y eso hay que cambiar. Pero gobernar una crisis requiere de rumbo y “construcción de una coalición que alimente un destino común”, decía Fernando Henrique Cardoso. “En el mundo de hoy el liderazgo político nunca se alcanza de una vez por todas. Debe alimentarse y renovarse constantemente. Ya no es posible para un líder imponer sin negociar, decidir sin escuchar, o gobernar sin explicar ni convencer. Los votos obtenidos en una elección, aunque sean decenas de millones, no son suficientes”. Gobernar provocando, y por lo tanto polarizando, como parece ser el caso cada mañana, puede resultar en algunos votos, pero difícilmente en la construcción de una salida y un futuro mejor, que es lo que se requiere.