Héctor Garza se aprovechó de su posición para colocar en los reflectores al edil de Morelia

Ocasionó hasta cierto punto estupor y deshonestidad la manera en que algunos medios de comunicación de la ciudad de Morelia manejaron la información, y más de los asesores que guían el perfil de Raúl Morón Orozco. Quizá un encuentro en Bucareli con la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, lo ameritó, pero no a una dimensión falaz con encabezados manufacturados a modo.

Pero, ¿qué fue lo que pasó a importunar y desprestigiar el nombre de Olga Sánchez Cordero?

Hubo una cita que se originó con normalidad; ahí, fiel a su estilo, la encargada de la política interna de México recibió al presidente municipal de la capital del estado, Raúl Morón, con la atención y la sonrisa que caracteriza siempre. El clima fue cordial, respetuoso.

Dado que el encuentro tuvo como finalidad realizar referencia de los trabajos aterrizados en la ciudad de Morelia. No obstante, eso provocó que el equipo de comunicación de Raúl Morón aprovechara la coyuntura para obtener dividendos políticos que, actualmente, carece, porque en términos reales el edil de la capital michoacana no se encuentra a la altura de los grandes desafíos de la Cuarta Transformación. De hecho, varios estudios de medición lo colocaron con una desaprobación del 70%, muy baja en realidad. Obviamente eso lo ha catapultado a buscar algunas estrategias que lo revivan de la profunda crisis que vive.

Asimismo, una encuesta de Consulta Mitofsky lo colocó a 40 puntos del primero lugar, Cristóbal Arias Solís, en la contienda interna de Morena por la gubernatura. Eso naturalmente significó un golpe duro para las aspiraciones al despacho de la administración pública. El senador mantiene una ventaja holgada e irreversible y se perfila a ser el candidato de Regeneración Nacional y después el gobernador constitucional ante una lógica inminente.

A consecuencia de todo eso, hemos visto muy activo en la Ciudad de México al presidente municipal de la capital michoacana; sin embargo, lo que colapsó en la poca vergüenza y ética como funcionarios, es haber emitido un comunicado en el que aseguraron que “Raúl Morón (es) un perfil fuerte del obradorismo en Michoacán”, según la lingüística de la misma Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, que en todo momento ha cuidado las formas y ha sido respetuosa de los procesos electorales manteniendo distancia y respeto al emitir cualquier comentario. Entonces, eso por supuesto, es una calumnia, una difamación y un vilipendio a la propia envestidura de la funcionaria de Gobernación, que de ningún modo hizo alusión a ese comentario, es más ni siquiera lo insinuó.

Pero lo más grave de esta situación fue la intromisión del oficial mayor de Gobernación, Héctor Garza, que fungió de puente con la titular de la política interna a fin de que lo recibiera en las oficias de Bucareli.

A pesar de que el hecho fue lamentable por parte de los asesores del presidente municipal de Morelia se manchó el nombre de la Secretaria de Gobernación, que seguramente dudará la próxima ocasión recibir en su oficina al ahora edil de la capital de Michoacán.

Si pensaban que esto tendría un efecto positivo, rápidamente fue desmentido porque evidentemente provocó exacerbación por la forma desleal y falaz. La naturaleza del encuentro que fue operado por el oficial mayor de Gobernación, Héctor Garza, quien aprovechó su posición para colocar en los reflectores al edil de Morelia. No obstante, la consecuencia directa fue esa: una fabricación burda y ventajosa a fin de escalar en las encuestas rumbo a la gubernatura de 2021, que, por cierto, ha tenido una inestabilidad con tendencia a la baja. Esos datos duros y contundentes no le favorecen, y para despejar cualquier duda, basta con echar un vistazo a las últimas investigaciones de Mitofsky y El Financiero.

Finalmente, a raíz de este encuentro, la misma Gobernación deberá tomar cartas en el asunto y emitir un boletín para desmentir esa calumnia. Hay que recordar que si hay algo que molesta al mismo presidente es que los funcionarios del gabinete se inmiscuyan en la selección de perfiles; al igual, como servidores públicos ponen el mal ejemplo y manchan la buena imagen que tiene el ejecutivo que ha sido evidentemente claro: únicamente los simpatizantes y militantes tendrán en sus manos la toma de decisiones.

Por último, resalto la voluntad de Olga Sánchez Cordero, que sin vela en el entierro han salpicado su honorabilidad con esas difamaciones.

Y la contradicción que explica la intromisión del oficial mayor, Héctor Garza, no permeó y solamente desvirtuó más las aspiraciones endebles del edil del ayuntamiento de Morelia por arribar, en un intento ya desesperado, al Solio de Ocampo. Quiso elevar su popularidad, sin embargo, cayó nuevamente en un laberinto de desconfianza. Morón, desde hace mucho tiempo, perdió la candidatura.

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