Los feminicidios dejan dolor, miedo, desintegración familiar, abandono de niñas, niños y adolescentes, mientras las autoridades se convierten en cómplices

**El Tribunal Feminista contra el Feminicidio en Oaxaca condenó al Estado mexicano y al gobierno de Oaxaca por graves violaciones a los derechos humanos de las mujeres.

Necesariamente Incómoda

Graciela Machuca Martínez

Oaxaca

Luego de dos días de conocer testimonios de madres y otras familiares sobre siete casos de feminicidio en Oaxaca, así como de deliberación, el Tribunal Feminista contra el Feminicidio, cuyas juezas sesionaron durante los días 29 y 30 de noviembre en la ciudad de Oaxaca de Juárez, se condenó al Estado mexicano y las autoridades de esta entidad, “por las graves violaciones a los derechos humanos de las mujeres, niñas y niños, violación al derecho a la verdad, al acceso a la justicia, al derecho a una vida libre de violencia y discriminación”.

Este Tribunal contra el Feminicidio sesionó en la Fuente de las Ocho Regiones, ubicada en la zona norte de la capital oaxaqueña, en donde se dijo que de la condena al Estado, son responsables los funcionarios de las siguientes instituciones del sistema de justicia de la entidad federativa de Oaxaca:

La Fiscalía General de Oaxaca, por los actos de negligencia, corrupción del Ministerio Público del Estado de Oaxaca, Ministerio Público de Huajuapan De León; Fiscalía de Huajuapan De León, adscrita a la Vice Fiscalía Regional de la Mixteca; Ministerio Público de Juchitán de Zaragoza; Ministerio Público de la Villa de Etla; así como la Agencia Estatal de Investigación.

Tribunal Superior de Justicia del Estado de Oaxaca por los actos negligentes, contrarios a los derechos de las mujeres del Titular del Juzgado Tercero de lo Penal del Distrito Judicial del Centro, Oaxaca, el Titular del Juzgado Cuarto de lo Penal del Distrito Judicial del Centro, Oaxaca.
Así como las autoridades municipales: Policía Municipal de Huajuapan De León, Oaxaca; Síndico Municipal de San Pedro y San Pablo Texistepec, Huajuapan, Diego Constantino Soriano Aragón; Comandancia Municipal de San Pedro y San Pablo Tequixtepec, Huajuapan, Oaxaca, y la Policía Municipal de Juchitán de Zaragoza.

En la sentencia se dice que en 6 de los 7 casos presentados ante el Tribunal, las mujeres víctimas habían sufrido violencia con anterioridad, sus asesinatos son producto de un continuum de violencias cometidas principalmente por sujetos con los que tenían una relación de pareja, como ocurrió en los casos Dafne, Ivón, Quedma, Lizbeth y Melissa o como en el caso de María del Carmen, un vecino fue quien la asesinó.

En todos los casos, los crímenes fueron cometidos con extrema crueldad, los feminicidas están plenamente identificados, pero salvo en un caso, el de Dafne, los responsables no han sido detenidos, colocando en grave riesgo a las familiares que exigen justicia por sus hijas, hermanas y primas.

En los antecedentes del documento, leído frente a las asistentes, se dice Oaxaca está dentro de los tres estados con mayor impunidad en homicidio doloso con el 99.4 por ciento, junto con Morelos (99.6%) y Guerrero (98.8%); que de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) de 2019 a octubre del 2021 se han cometido 365 asesinatos de mujeres, niñas y adolescentes; del total de casos, sólo 104 casos son investigados como feminicidios.

Por estas circunstancias, la Organización Feminista Consorcio para El Diálogo Parlamentario y la Equidad, Oaxaca, la Colectiva de Madres contra el Feminicidio y la Impunidad, así como el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) convocaron a la conformación de este Tribunal Feminista contra el Feminicidio en la Ciudad de Oaxaca los días 29 Y 30 de noviembre de 2021, el cual se integró por las juezas María de la Luz Estrada Mendoza, del OCNF; Ruth Fierro Pineda, del Centro de Derechos Humanos para las Mujeres (CEDHEM); Norma González Benítez, de Amnistía Internacional; Ana Yeli Pérez Garrido, de Justicia Propersona/OCNF y Karla Micheel Salas Ramírez, del Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social.
A continuación se enumeran los siete casos conocidos por el Tribunal, así como dos que se conocieron espontáneamente durante la primera sesión. Estas historias, representan los cientos de mujeres que han sido asesinadas en Oaxaca, pero que la Fiscalía se ha negado a investigar los casos por feminicidio.

  • Dafne Denisse Carreño Bengochea, quien fue asesinada a sus 21 años de edad, por su novio Alejandro Enrique Rivera López, el nueve de abril de 2013;
  • Quedma Ramírez Torres, de 35 años de edad, asesinada mientras dormía junto a su hija, por su concubino Erasmo Ramiro López Castaneira de 62 años de edad, el 22 de junio de 2013;
  • Ivón Jimenez Camacho, de 20 años de edad, asesinada por su novio Kevin González Rojo Martínez el 6 de agosto de 2013;
  • Lizbeth Jimenez Cámara, de 19 años de edad, asesinada por su concubino Guillermo José Medina Carrizosa, de 46 años de edad, el veintinueve de abril de 2018;
  • María del Sol Cruz Jarquín, de 27 años de edad y Pamela Terán, de 27 años de edad, asesinadas por hombres no identificados el 2 de junio de 2018;
  • Melisa Areli Rojas Pastrana, de 29 años de edad, asesinada por su concubino Miguel Angel Chávez Nieto, el 20 de diciembre de 2020.
  • María Carmen Paula Burgos Calvo, de 63 años de edad, asesinada por su vecino Cirilo Raymundo Morán Morales, el cinco de mayo de 2021.
    Entre las conclusiones del Tribunal se hace mención a “la existencia de un patrón de impunidad sistemática cuyo principal asidero se encuentra en la falta de voluntad o incapacidad de las autoridades para implementar de forma efectiva y adecuada el marco jurídico nacional e internacional de derechos de las mujeres a una vida libre, digna, plena”.

Al hacer mención a los impactos psicosociales se concluyó que existen similitudes en todos los casos sobre los sentimientos de desconsuelo, tristeza, crisis cíclicas de llanto, depresión, estrés postraumático, ansiedad, incertidumbre, enojo, decepción, impotencia, fatalismo, miedo y a veces pérdida de confianza en la humanidad; en algunos casos han habido impactos familiares como distanciamientos, aislamiento social, ruptura del núcleo familiar o en algunos varones el recurrir al alcohol ante la falta de herramientas psicoemocionales necesarias para hacer frente al dolor. Como lo dijo Elvira, son madres y familias destrozadas, mujeres rotas como lo dijo Sol.
Hay impactos en la salud como insomnio, sensación de asfixia, cansancio físico y emocional extremo, taquicardias, dolores físicos y enfermedades diversas; algunas víctimas indirectas han perdido sus trabajos y han tenido impactos económicos severos.

En todos los casos son nulos o deficientes los apoyos para afrontar el dolor por las pérdidas; adicionalmente han referido sentimientos de rabia, desgaste emocional, rabia e indignación total hacia el sistema de justicia ante el actuar indolente de las autoridades, la revictimización, el retardo injustificado en los procesos, la violencia institucional y la impunidad.

Preocupa sobremanera el total abandono institucional a las niñas, niños y adolescentes, víctimas indirectas en estos delitos, hermanos e hijos de las mujeres asesinadas. Hay cambios conductuales en ellos, vulnerabilidad, falta de atención para los procesos de guarda y custodia que garanticen el interés superior de la niñez, como en el caso de Gerarda, cuyos nietos se encuentran con la familia del feminicida.

También es de preocupación, la nula atención psicológica y de asistencia para las y los niños, sobre todo cuando éstos presenciaron los hechos de violencia feminicida, como ocurrió en los casos de Quedma y Melisa.

También se escucharon los testimonios que la violencia feminicida y la impunidad generan miedo en las sobrevivientes, en las familias y en la comunidad, como lo dijo Minerva -hermana de Quedma- “ya no vivimos tranquilas” tenemos más hijas y tememos que le pase a otra lo mismo” o como Luz del Carmen, quien mencionó que a veces los testigos tampoco quieren aportar información sobre la violencia que presenciaron por MIEDO, pues saber que esos agresores son capaces de matar genera eso, pero sobre todo la IMPUNIDAD, pues la inacción de las autoridades permite que esos hombres sigan libres, en la clandestinidad, por un lado, invisibles ante los ojos de la justicia pero siempre presentes ante ese miedo que genera en las víctimas su latente regreso.

Las juezas también replicaron: ese miedo puede transformarse cuando no estamos solas, cuando las familias de estas mujeres son acompañadas, como lo dijo Norma Hernández, que, ante el asesinato de su prima, “al pueblo le dio coraje, indignación, se unieron las mujeres, hicieron marchas”. La respuesta de la comunidad es importante, forma parte de la justicia, implica dejar de ser cómplices, dejar de guardar silencio, para colocarnos del lado de la dignidad, de la exigencia de justicia a partir de la indignación. Elvira también lo dijo: “Acabaron con nosotras y acabaron con el miedo”.

En esa sentencia quedó asentado: Todas las mujeres, niñas y adolescentes que nos han arrebatado son vidas que han dejado un vacío en su familia, pero también en la comunidad y en nuestra sociedad, como lo dijo Zoila Elizabeth -madre de Dafne-, al referir que su hija también era su amiga, su confidente, su compañera de vida; que “era buena”, que “le gustaba ayudar a la gente que lo necesitaba”.
Causa indignación de este Tribunal y a la sociedad que las autoridades, con el ímpetu de obstruir la justicia, afirmen con sus omisiones y negligencias que ellas se suicidaron, cuando, como Lizbeth, “amaban la vida”. Gerarda describió a Melisa como una joven muy buena, trabajadora y siempre sonriente.

Elvira mencionó que Ivón “quería mucho la vida, era una niña muy feliz, muy sociable, siempre sonriente”. Por su parte, recordaremos a Sol como una joven buena onda, apegada a su mamá, la fotógrafa más pequeña cubriendo procesos electorales.

El Tribunal reiteró la importancia de los procesos de memoria, la indignación y el acompañamiento de la comunidad, como lo refirieron Gerarda y Elvira, a quienes la presencia comunitaria en los rituales de duelo han sido significativos, así como los mensajes de aliento a continuar la búsqueda de justicia como medida de no repetición, para que otras mujeres no sean violentadas, la claridad de que el silencio provoca impunidad y el miedo, poder para el agresor.

En Oaxaca, en Quintana Roo, en la Ciudad de México o en Chihuahua, la historia es la misma: machismo, impunidad y falta de interés de las autoridades de procuración y administración de justicia para detener la violencia feminicida.