El ‘gambito de dama’ del presidente

Con la más reciente jugada, AMLO le dio la vuelta al INE, al Tribunal Electoral y hasta a sus opositores en Morena.

No hay testimonios de que al presidente López Obrador le guste el ajedrez. Pero, cuando opera sus piezas en el tablero político, parece que fuera un experto en el juego. Ya hizo incluso su ‘gambito de dama’.

Con la más reciente jugada, le dio la vuelta al INE, al Tribunal Electoral y hasta a sus opositores en Morena: dio la candidatura a Salgado, en contra de todos. Es lo de menos que el nombre no sea Félix sino Evelyn. Para el caso es lo mismo.

Obviamente, la expresión que el sábado usó el frustrado aspirante de Morena, que no puede guardar un poco de recato, fue muy reveladora: “Me los voy a chingar (al INE y al Tribunal) y bonito”.

El 14 de septiembre del año pasado, el Senado concedió licencia a Salgado Macedonio para contender por la candidatura.

Fueron meses de sortear obstáculos. Primero fueron las acusaciones por violación, que estuvieron a punto de desbarrancar su candidatura al interior de Morena; luego fue el pleito con el INE, al descalificarlo por no presentar su informe de precampaña, y finalmente fue el sorpresivo fallo del Tribunal, que parecía haber puesto el último clavo de su ataúd.

Obviamente, el juego no era solo de Salgado, ni del líder del partido, sino del presidente de la República.

Al final, perdió ganando pues no hay hasta ahora ninguna ley que prohíba que la hija de un candidato descalificado pueda sustituirlo… aunque en su currículum tenga que poner que tomó un curso de Word.

Evelyn Salgado es ‘un peón coronado’, siguiendo con la metáfora ajedrecística. Su candidatura permitirá que las redes políticas tendidas por su padre Félix, sigan funcionando. Y, obviamente, nadie, con tres dedos de frente, duda que al final de cuentas, Salgado Macedonio será el gobernador de facto de Guerrero, en caso de que Morena gane las elecciones.

El acapulqueño tiende a no contenerse y dice en público lo que otros comentan en privado, en los pasillos del poder.

El presidente de la República se lo tomó personal y jugó a ganar. Así que usted puede poner los dichos de Félix en la boca de Andrés, aunque el segundo se guarde de usar esas expresiones de manera pública.

La elección del 6 de junio, dados estos acontecimientos, no solo será un referéndum respecto al desempeño del gobierno de López Obrador, como usualmente son las elecciones de medio término, sino lo será también respecto al sistema político mexicano.

Cuando AMLO se refirió la semana pasada a que el INE y el Tribunal fueron puestos para estorbar a la democracia, lo cree sinceramente.

Y si los resultados electorales se lo permiten, no dude ni por un momento que en el periodo ordinario de septiembre se presentaría una reforma para cambiar el INE por una especie de consejo popular que organice las elecciones y que sea susceptible de ser capturado por Morena.

Pero esa posibilidad existe aun sin la necesidad de que haya una mayoría constitucional en la Cámara de Diputados. La solución que se dio al embrollo de Salgado Macedonio muestra que López Obrador tiene recursos políticos para poder darle la vuelta a las restricciones legales y que no va a dudar en usarlos para conseguir sus propósitos.

Durante el primer año de su mandato, AMLO jugó con la imagen de ser un hombre pragmático y no necesariamente ideológico, al que se le podía convencer si se usaban los argumentos correctos.

Esa parte de su personalidad, de la que hablaban sus entonces colaboradores como Alfonso Romo, ha quedado cada vez más relegada, frente al perfil doctrinario y autoritario.

Y lo que hemos visto hasta ahora es que, por lo pronto, no tiene enfrente ningún contrincante que pueda anticipar sus jugadas en el tablero y que amenace al menos con ponerlo en jaque.