Operación ‘Salvar a Boris’

El primer ministro británico logra el apoyo de su gabinete y desafía las peticiones de dimisión por el ‘Partygate’. Los sondeos plasman su debilidad: otorgan 10 puntos a los laboristas frente a los ‘tories’

Operación Salvar a Boris es el nombre con el que ha sido bautizada oficiosamente la maniobra para rescatar in extremis al premier británico por las últimas revelaciones del Partygate y ante las peticiones de dimisión en su propias filas. La operación fue orquestada desde Downing Street, que aseguró a las pocas horas el respaldo sin fisuras del gabinete a Boris Johnson, pese al retraso de más de ocho horas del secretario del Tesoro Rishi Sunak y de la titular de Exteriores Liz Truss, considerados como los favoritos a su “sucesión”.

Desde el Parlamento, el cabecilla del ala dura Jacob Rees-Mogg aseguró que Johnson cuenta con el respaldo de la mayoría de los parlamentarios tories y descalificó al líder en Escocia Douglas Ross como “un peso ligero” dentro del partido. Ross encabezó el día anterior las peticiones internas de dimisión a las que se sumaron diputados influyentes como el veterano Roger Gale, William Wragg o Caroline Nokes.

Las encuestas confirmaban entre tanto la caída libre del Partido Conservador, diez puntos por debajo del Partido Laborista (38% a 28%). El 60% de los británicos considera que Johnson debería dimitir y el 78% opina que no ha sido “honesto” desde que arrancó el escándalo de las fiestas celebradas durante las restricciones del Covid, según un sondeo de YouGov para The Times.

En un hipotético mano a mano, el 35% de los británicos considera que el laborista Keir Starmer sería “mejor primer ministro”, frente al 23% que se inclina por Boris Johnson. El líder conservador está en los niveles más bajos de popularidad desde su llegada al poder, tan solo dos putos por encima de Theresa May en la semana de su dimisión en el 2019.

En medio de la tormenta desencadenada por su “disculpa” ante los británicos en el Parlamento -pese a justificar su presencia en la fiesta del 20 de mayo del 2020 alegando que creía que era “un evento de trabajo”- Boris Johnson decidió desaparecer del mapa al revelarse que un miembro de su familia había dado “positivo” en la prueba del Covid.

El premier suspendió su visita anunciada para el jueves en un centro de vacunación en Lancashire y evitó así ponerse a tiro de los periodistas. Aunque no está obligado a guardar cuarentena, sí se aconseja una “limitación de los contactos”. Downing Street confirmó poco después que el premier no aparecerá en público en los próximos días.

APOYO SIN FISURAS
Antes de pasar a la retaguardia, Johnson se aseguró el respaldo sin fisuras del Gobierno. Los primeros en apoyarle públicamente fueron su secretario de Justicia, Dominic Raab, la secretaria de Interior, Priti Patel, y su viejo aliado en la campaña del Brexit, Michael Gove. El resto del gabinete se fue sumando en las redes sociales entre las cinco y las seis y media de la tarde del jueves.

Los más rezagados fueron precisamente los dos favoritos a reemplazarle como líder conservador en la encuestas. El secretario del Tesoro, Rishi Sunak, no solo se ausentó en el momento de la intervención parlamentaria de Johnson, sino que hizo campaña a su manera durante un acto en Devon a la misma hora (su “desplante” fue comparado por los medios conservadores con la ausencia de John Major en la caída de Margaret Thatcher).

Sunak escribió su entrada en Twitter a las 8.11 y fue además muy moderado en su apoyo, alegando que el premier hizo bien en pedir perdón a los británicos y reclamando “paciencia”, a la espera del resultado de la investigación interna del Partygate dirigida por la alta funcionaria Sue Gray.

Liz Truss no se pronunció hasta las 9.14 de la noche, aunque su respaldo fue mucho más firme que el de Sunak. La titular del Foreing Office destacó los logros de Johnson -“desde el Brexit a la vacuna de refuerzo, pasando por el crecimiento económico”- y aseguró apoyar “al cien por cien al primer ministro mientras hace avanzar el país”.

Truss mantuvo de hecho el jueves su primera reunión de alto nivel con el vicepresidente de la Comisión Europea Maros Sefcovic, en su nuevo papel como negociadora post-Brexit tras la dimisión de David Frost en diciembre. Truss recibió a Sefcovic en medio del temporal político y le instó a encontrar “soluciones razonables y prácticas” a los problemas creados por el Protocolo de Irlanda.

El secretario para Irlanda del Norte, Brandon Lewis, tardó aún más en sumarse a la Operación Salvar a Boris, pero al final fue uno de los más enérgicos a la hora de defender a su líder. “El dijo que no creo haber hecho fuera de las reglas. Esperemos a ver lo que determina la investigación y la gente será capaz de tener su propio punto de vista en esos momentos”.

Lewis fue aún más allá y salió al paso de las especulaciones sobre las reservas del secretario del Tesoro: “Yo he visto a Rishi (Sunak) con el primer ministro y trabajan codo a codo. Sé que Rishi le da todo su apoyo”.

REBELIÓN EN ESCOCIA
El Partygate ha abierto sin embargo la caja de los truenos entre los conservadores en Escocia. Horas después de el líder local “tory”, Douglas Ross, pidiera abiertamente la dimisión de Johnson, se confirmó que el primer ministro no será invitado a la conferencia anual que se celebra en marzo. La ex líder tory en Escocia Ruth Davidson se sumó también a la rebelión contra Johnson.

Desde Westminster, Jacob Rees-Mogg terció en la polémica arremetiendo personalmente contra Ross, llamándole “peso ligero de la política” y recordando que “ha estado sistemáticamente en contra del primer ministro desde el Brexit” y sin ninguna disposición a ayudar.

El frente abierto con los conservadores escoceses han dejado sin embargo al aire un nuevo flanco de división dentro del partido, tras la revuelta contra el “pasaporte Covid” a la que se sumaron hace un mes hasta un centenar de diputados, el mayor desafío lanzado por los tories contra su propio líder desde su llegada al poder hacer dos años y medio.

Bastaría con que 54 de los 360 diputados tories enviaran sus cartas al Comité Parlamentario 1922 para poner en marcha una moción de censura similar a la que sirvió para desbancar a Theresa May. Según medios conservadores, entre 20 y 30 parlamentarios pueden haber remitido ya sus cartas, aunque el presidente del comité Grahan Brady (uno de los mayores críticos de Johnson por sus restricciones contra el Covid) no ha confirmado aún cuántas misivas han llegado a su poder.