La cónsul y su amigo Obrador

Símbolo de la corrupción y de las complicidades con el poder, la periodista Isabel Arvide fue designada por su amigo Obrador como cónsul de México en Estambul.

Arvide denigra al periodismo y denigra a la diplomacia. Su designación es una mancha de nuestra política exterior. Es peor que un veneno que afecta a la diplomacia.

Su trayectoria profesional ha estado siempre marcada por el escándalo y el oportunismo. En el periodismo como en cualquier otra actividad de interés público hay que saber distinguir la calidad profesional de las personas. La calidad “ética” de Arvide ha quedado demostrada a lo largo de su trayectoria.

En ella no cabe la sensatez ni la cordura, elementos básicos de la diplomacia. Se enriqueció mediante componendas con políticos corruptos. Acaso ella ignora que el verdadero patrimonio de un periodista es el honor.

Pero ahora con entusiasmo y por su relación amistosa el presidente Obrador no tiene empacho en asignarle una tarea impropia para el talante de esta conspicua representante de la corrupción.

El nombramiento –totalmente desproporcionado– de Arvide generó una sensación de incredulidad y de un morbo ácido entre algunos colegas.
Deslumbrante, absolutamente inusitada, la designación de Arvide aturde.

Acostumbrada a una vida de lujo y ajena a la defensa de los más elementales intereses de la sociedad, Arvide se benefició de sus relaciones con el poder. La difamación ha sido la esencia de su trabajo “periodístico”, si se le puede llamar así.

En las “mañaneras” Arvide era una foca habitual que aplaudía las ocurrencias del presidente Obrador. Vaya, hasta exigió “un castigo ejemplar” contra el connotado académico Sergio Aguayo por llamar al tabasqueño como un político “mezquino”.

Tenía razón Aguayo, Obrador es un político hipócrita, cuyas decisiones de gobierno en materia económica han perjudicado a todos los mexicanos, sin que el presidente de haga responsable.

Pero la señora Arvide que llamó como “prostituta” a la esposa de un presidente, ahora se queja de que a Obrador sus críticos se refieran a él como un “mezquino”.

Como “escritora” solía pagar por el sello editorial para la publicación de sus libros. Y como “periodista” se encargaba de “defender” a los políticos más corruptos: Humberto Moreira, quien endeudó al estado de Coahuila y quien se enriqueció con sus vínculos con el narcotráfico y cuyo hijo José Eduardo Moreira Rodríguez fue ejecutado por un comando de los Zetas en el municipio de Acuña.


Otro dato: todos conocemos la historia del narco-gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid. En su fuga, Isabel Arvide era una de sus protectoras. Gracias a esa relación Arvide era la Reina del Sur. Estableció su residencia en Chetumal desde donde operaba sus negocios como “asesora” de “seguridad” en varios gobiernos.

Fue público su amasiato con el general Absalón Castellanos en sus tiempos de gobernador de Chiapas, donde Isabel se desempeñaba como la poderosa jefa de prensa.

En lo personal yo siempre la rehuí. Nunca tuve trato con ella. Sin embargo, en una comida con un gobernador, a la que asistimos una veintena de periodistas en un restaurante de la ciudad de México, ella se me acercó para invitarme a cenar en su casa. Desde luego que rechacé sutilmente la invitación.

Ocurrió porque muchos colegas se sorprendían por mi relación personal con el ingeniero Carlos Slim y por tener la sensación de que yo era su “biógrafo oficial”. Falso.

En cambio yo tenía la peor opinión sobre la trayectoria de Arvide. No por prejuicios sino por hechos.
Al periodista, decía Julio Scherer, lo avalan los hechos, sin ellos está perdido. Así lo creo.

Se supone que el presidente –del nuestro y de cualquier otro país– es el hombre mejor informado. Pero la evidencia en el caso de Obrador nos ha demostrado que no es así.

Isabel Arvide tiene un expediente negro.
El gobernador de Quintana Roo, Roberto Angulo que se encuentra en prisión por sus fechorías y quien era el bufón del presidente Peña Nieto, era un benefactor y protector de Isabel Arvide.

Con la razón social de María Isabel Arvide Limón, con el Registro Federal de Causantes AIL511112 TF1 bajo el Régimen de las personas Físicas con Actividades Empresariales y Profesionales, con domicilio en la calle Av. Fuentes de los Molinos No. 48 Interior, departamento 1201, en la colonia Lomas de Techamalco Sección Fuentes, con el Código Postal 53950, Naucalpan de Juárez, Estado de México, México, facturaba 185 mil 136 pesos mensuales por concepto de difusión de imagen y editoriales a favor del gobierno de Quintana Roo.

Pero eso no era todo, Arvide quien figuraba también en la nómina del gobierno de Borge como supuesta asesora de seguridad facturaba cada 15 días 674 mil 128 pesos con 90 centavos para los presos de la cárcel municipal de Playa del Carmen, municipio de Solidaridad, es decir, 44 mil 941 pesos diarios, sirviendo frijol y lentejas.

El negocio se lo asignó directamente el gobernador Borge quien giró la instrucción al entonces alcalde Mauricio Góngora quien ahora se encuentra en prisión por diversos delitos.

Años atrás, en el sexenio del gobernador Feliz González Canto, la “periodista” Arvide tenía la concesión de dar alimentos a las cárceles de Chetumal donde cobraba 6 millones de pesos mensuales y en Cancún 4 millones de pesos, cada 30 días.

Esto es sólo una muestra de los negocios de Arvide al amparo del poder con políticos corruptos.
Ahora, el presidente Obrador la envía como la “digna” representante de México en el consulado de Estambul.

Esa es la verdadera cuarta transformación de un presidente mezquino que premia a la corrupción con canonjías y prebendas.
Sería interesante escuchar una explicación del canciller Marcelo Ebrard sobre esta polémica designación que mancha a la diplomacia mexicana.

José Martínez M.