La rifa del avión presidencial fue un pésimo negocio

La venta del avión presidencial explica cómo funciona el gobierno de Andrés Manuel López Obrador: buenas ideas muy mal ejecutadas. Si bien provocó entusiasmo popular vender esa nave “faraónica”, nadie iba a imaginar que la solución saldría tan cara. La rifa de mañana resultó un negocio fracasado. De los 6 millones de boletos originales solo se vendieron 2 millones. Por tanto, la Lotería Nacional obtuvo ingresos únicamente por mil millones de pesos. Es un problema porque el Presidente anunció 100 premios de 20 millones. A la Lotería Nacional le harán falta mil millones para cumplir con el compromiso. El déficit se cubrirá con los bienes confiscados del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado. Sin la fallida rifa, esos mismos millones habrían podido ocuparse en otros temas más urgentes. El sorteo no servirá para equipar hospitales, como prometió el Presidente. Han de sumarse, además, las pérdidas derivadas de la depreciación del avión, así como las relativas al costo financiero que implicó para Banobras cancelar por adelantado el contrato de arrendamiento. De los 5 mil 213 millones que significó el faraónico armatoste, los gobiernos anteriores ya habían cubierto mil 622 millones, así que a López Obrador le restaba pagar, de aquí a 2027, poco más de 3 mil 591 millones. Sin embargo, el monto que podrá obtenerse el día que se venda son 2 mil 757 millones. Esto quiere decir que, una vez concluida la operación, el avión presidencial añadirá un boquete al tesoro público por 834 millones. A tal cifra deben sumarse los 697 millones de pesos que Banobras absorbió por la conclusión anticipada. Todas las pérdidas juntas —el mal negocio de la rifa, la depreciación de la nave y el costo financiero de Banobras— suman 2 mil 531 millones de pesos. Poco menos de la mitad del valor original de la aeronave.

Zoom: Este razonamiento supone que habrá un día quien se interese en comprar ese bien, en un valor aproximado de 130 millones de dólares. El problema es que lleva 21 meses sin poder venderse. Si por mala suerte nadie adquiere el avión, el boquete para el Estado mexicano terminará siendo de casi 7 mil millones de pesos.