Con cubrebocas hasta 2022
Enrique Quintana
El día de ayer se informó que el número de vacunas contra el Covid-19 que se ha aplicado en México llegó a 2 millones 526 mil.
Aunque el porcentaje de la población inmunizada sigue siendo bajo, del 2 por ciento, existe la perspectiva de que en el curso de los siguientes dos meses aumente de manera rápida tras la llegada o la entrega de un significativo volumen de vacunas.
La vacunas de AstraZeneca y CanSino serán de hecho envasadas en México y estarán disponibles en cantidades importantes antes de que termine el mes.
Como en otras partes del mundo, las encuestas han empezado a captar esa sensación de que la pandemia finalmente está llegando a su final y que de manera realista podemos pensar que en este año pudiéramos regresar a una relativa normalidad.
La que hoy publica El Financiero muestra un giro dramático. El 46 por ciento piensa que los contagios se están reduciendo y ya vamos saliendo del problema, contra un 25 por ciento que piensa que va en crecimiento. Hace un mes, apenas 11 por ciento veía que el problema se iba resolviendo.
Haga su propio sondeo y verá que cada vez hay más personas cercanas que ya se han vacunado o que alguien de su familia ya lo hizo.
Hoy el optimismo empieza a ser dominante.
No quiero ser aguafiestas, pero hay diversos factores que apuntan a que probablemente todavía nos topemos con dificultades antes de poder aspirar a un regreso al estilo de vida que teníamos antes de la pandemia.
Bill Gates ha ubicado como más probable que ese retorno venga hasta 2022.
Permítame enlistar sólo algunas de las causas que probablemente nos hagan esperar aún un tiempo largo.
1.- Las mutaciones. Todavía no tenemos plena certeza del impacto que tendrán determinadas mutaciones sobre la eficiencia de la vacuna. Existen temores de que algunas variaciones en la genética del virus pudieran reducir los porcentajes de eficiencia de la inmunización. Igualmente, no sabemos si en los siguientes meses pudieran aparecer nuevas mutaciones cuyo efecto pudiera obligar a modificar las vacunas.
2.- La desigualdad en el proceso de vacunación. Mientras que es de esperarse que países desarrollados logren avanzar rápidamente en el proceso de vacunación, todo indica que muchas naciones en desarrollo tardarán significativamente más. Salvo que hubiese restricciones estrictas a los viajes por un plazo más largo, es probable que tengamos todavía una circulación del virus en el mundo por muchos meses más.
3.- Las exclusiones. El hecho de que haya segmentos de la sociedad que no se van a vacunar, sea por edad, por decisión de no hacerlo o bien por no tener las vacunas al alcance, puede conducirnos a que incluso aunque se restingieran los viajes internacionales el virus siga circulando aún en países desarrollados dado el porcentaje subsistente de la población que no se habrá vacunado.
4.- El plazo de la inmunidad. Todavía existen dudas respecto a la duración de la inmunidad después de haber enfermado y haberse recuperado, o incluso después de haberse aplicado la vacuna. Los casos de reinfección, cada vez más frecuentes, abren interrogantes respecto a la posibilidad de que la vacunación tenga que ser recurrente, como por ejemplo lo es en el caso de la influenza.
Lo que sí ha quedado claro de acuerdo a todas las evidencias hasta ahora es que la aplicación de las vacunas reduce de manera drástica los casos graves y los fallecimientos, lo que también permitirá bajar el porcentaje de ocupación hospitalaria.
Sin embargo, la persistencia de la circulación del virus nos obligará a preservar medidas sanitarias como el uso del cubrebocas, la sana distancia, el evitar concentraciones de personas en espacios cerrados, la higiene como se ha practicado en los últimos meses, por un tiempo más prolongado.
Es decir, difícilmente tendremos un punto en el cual podamos sentimos plenamente liberados de la pandemia en el curso de este año.
Es más realista imaginar que dicha circunstancia puede llegar, como señala Bill Gates, en el curso de 2022.