‘Quiero verdad y justicia’: Huérfano de Nancy, la policía asesinada
Luis Diego Peralta Romero, joven de 18 años y huérfano por el feminicidio de la policía primero Nancy Jacqueline Peralta Romero entregó una carta a Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México. Reiterándole que su madre encargada del cuadrante Lomas Bezares- Virreyes el 12 de marzo “perdió la vida VÍCTIMA DE LA VIOLENCIA FEMINICIDA”.
“Apenas han pasado unos días desde el fallecimiento de mi madre y con profunda pena y dolor acudo ante usted a solicitar su inmediata intervención”, escribió el joven.
“Desde el momento en que nos avisaron que mi madre había sufrido un accidente y fuimos a verla al hospital supimos que era imposible que hubiera intentado suicidarse, ella amaba la vida, su mayor pasión era su trabajo, había dedicado 18 años a darme la mejor calidad de vida, hace unos meses había decidido formalizar una relación sentimental con Gustavo (su presunto feminicida) y en ello tenía mucha ilusión, por lo que no existe motivo que funde que pudiera haber atentado contra su vida”.
El hijo de Nancy expuso en su carta que conforme pasaban los días se volvía una pesadilla interminable.
“Nos enfrentamos a servidores públicos en la Fiscalía de la CDMX carentes de toda perspectiva de género, se inició la carpeta de investigación bajo el rubro de lesiones culposas que ponen en peligro la vida y no por tentativa de feminicidio atendiendo al protocolo, malamente policías primeros respondientes afirmaron que se trataba de un suicidio fallido, haciendo caso omiso a las declaraciones de los vecinos que habían escuchado toda la discusión y habían visto salir al responsable del departamento de mi madre”.
Esto, señaló el adolescente, obstaculizó el inicio de forma inmediata del seguimiento, búsqueda y localización del responsable mediante las cámaras del C5. Lamentó que su madre se haya convertido en una de las 11 mujeres asesinadas cada día en México.
“No existen palabras con las que pueda describirle el dolor e impotencia que siento en estos momentos, mi madre salía todos los días a trabajar convencida de que con su labor podía sumar para una sociedad cada vez más equitativa, creía en las instituciones y la labor que desde ahí se hace para generar mejores condiciones de vida”.
Le recordó que su mamá se unió a los 17 años a la policía y que fue una servidora pública integra, que nunca dejó de capacitarse estudiando una licenciatura y una maestría y a punto de iniciar un diplomado.
“El 8 de marzo mientras ella se encontraba hospitalizada, en la televisión transmitían las movilizaciones por el día de la mujer, familiares de víctimas marchaban y compañeras de mi madre se encontraban en línea de contención, sentimientos encontrados me invadieron al ver la digna rabia con que familiares reclamaban justicia y al mismo tiempo pensaba que mi madre debería estar ahí, apoyando en la seguridad de las manifestantes, protestando dignamente con su labor por la dignificación de la mujer y no en una cama de hospital”.
Le recordó también al secretario el mensaje que les dio a las mujeres policías en la comida que les organizaron por el 8M y le recordó el mensaje que dio referente al cuidado y protección que la administración les brinda.
“Hoy esta carta no es para pedir nada más su reconocimiento a la labor de mi madre como policía de la corporación a su digno cargo, quiero VERDAD Y JUSTICIA, que el responsable no quede impune y que mi madre sea dignificada aún después de su muerte”.
Antes de cerrar la misiva le expresó su temor porque Gustavo Antonio “N”, evada la acción de la justicia por sus contactos dentro de la corporación y pidió una vez más que la muerte de su madre sea investigada como feminicidio.
“De ser viable en su agenda, me gustaría contar con la oportunidad de conocerle personalmente y hacerle patente la trayectoria de mi madre en la corporación”, concluyó el joven su carta.
El documento no fue recibido personalmente por García Harfuch, sino por Sebastián Duran, uno de los asesores del secretario, quien solamente se limitó a responder: “No sé qué decirle”.
Patricia Romero, tía de Luis Diego, quien lo acompañó a dejar la carta dijo desilusionada que en ese momento no supo si reír o llorar.