Amorales plantea una reflexión sobre la pandemia con La serpiente de los días
Un monstruo marino, de 20 metros de largo, serpentea por el espacio aéreo del patio central del Museo Kaluz. La serpiente de los días, pieza comisionada al artista multidisciplinario Carlos Amorales (Ciudad de México, 1970), es al mismo tiempo una reflexión sobre la pandemia como un instrumento musical.
“El museo me contactó en el verano pasado para invitarme a hacer algo en el patio, con la intención de trabajar con artistas contemporáneos. No había tema; era un proyecto libre”, expresa Amorales en entrevista.
La criatura resultante es “parte de la reflexión de lo que hemos vivido con el covid en estos dos años de pandemia. “Durante todo el año pasado jugué mucho con máscaras, que pintaba, volteaba y rompía. Poco a poco salieron estas figuras con la idea de hacer una serpiente donde hay una máscara tras otra. Es como una cadena de máscaras larguísima de la que emergió esta especie de ser mitológico que veo como monstruo marino”.
La instalación está elaborada con 500 máscaras distintas de aluminio y cerámica. Después de conectar con las ideas formales, Amorales se dio cuenta de que “algunas partes de este Leviatán podrían representar la pandemia o lo que las personas han vivido. También la relación que hemos tenido con la crisis sanitaria, el tiempo y la manera de contar los días. Además, este asunto de que cada día nos dan cifras. Esta relación entre los números, las personas y el tiempo. Siento que la instalación apela a cosas abstractas en cierto momento, aunque también es muy concreto este monstruo que cuelga en medio del espacio”.
La serpiente flota sobre un mar de máscaras de cerámica distribuidas en el piso. Para Amorales, esta cadena es como una gran marimba o metalófono, que puede ser interpretado. El entrevistado encargó una obra al compositor Diego Espinosa, quien invitó a un ensamble de percusionistas para interpretarla mediante la instalación, a manera de performance, en el primer fin de semana de su exhibición, que espera repetir a lo largo de la exposición.
El empleo de la máscara no es nuevo en el trabajo de Amorales: “Es lo primero que empecé a usar a mediados de los años 90, cuando trabajaba con los luchadores, y me hice un doble. El presente proyecto me reconectó con ciertos temas del principio de mi carrera. Plasmé mi relación con la careta hace tres años en el texto La retórica de la máscara, sobre todo en el mundo virtual en el que vivimos ahora. En ello, lo que llaman los avatares, son una especie de máscara pública. Es un tema que siempre me ha interesado y que ahora retomé”.
Como artista, la crisis sanitaria generó muchas preguntas en Amorales. “¿Para qué hacer lo que hacemos? ¿De qué sirve el arte en este momento? ¿Cambiará? Llegué a la conclusión de que hay que seguir creando, que es necesario hacer arte y contribuir. No me interesa realizar obras sobre el covid de manera directa; sin embargo, siento relevante reflejar un poco lo que hemos vivido, porque ha sido muy complejo para todos”.
La serpiente de los días permanecerá hasta el 30 de septiembre en el Museo Kaluz (avenida Hidalgo 85, Centro).