Hora de Ucrania
lunes, 19 de septiembre de 2022
Mientras tanto, el presidente Biden anunció un nuevo apoyo de 600 millones de dólares en armamento para Ucrania. No hay a la vista una inminente victoria ucraniana pero sí algunos indicios de que David podría ganarle esta vez, otra vez, a Goliath
Cada vez con menos cautela, los medios occidentales anticipan la posibilidad de una victoria militar de Ucrania sobre Rusia.
La contraofensiva relámpago iniciada el 5 de septiembre sobre la región de Járkov, en el noreste, permitió a los ucranianos recuperar algo así como 8 mil kilómetros cuadrados de territorio, y echar para atrás a los contingentes rusos en repetidas escenas de fuga, desorden y abandono de las armas en el campo de batalla.
Rusia conserva dominio sobre el Donbás, en el sureste, especialmente sobre Lugansk, y también, aunque, en menor medida, sobre Donetsk. Pero parece incapaz de movilizar nuevas fuerzas hacia Ucrania porque las tiene todas comprometidas en puntos críticos de su compleja geopolítica nacional.
Requiere presencia militar en su frontera china y en la vecindad marítima con Japón, donde laten viejas heridas de disputa territorial.
También debe cuidar las fronteras de sus antiguas repúblicas, como Azerbaiyán y Kazajistán, cuya inestabilidad, en principio, Rusia debería amparar.
Con el reciente ingreso de Suecia y Finlandia a la OTAN, necesitará también tropas en esas fronteras. La idea de una movilización patriótica rusa con reclutamiento de civiles, parece una decisión vedada o riesgosa de tomar, sobre una población joven que quiere cualquier cosa menos ir a la guerra. Hay una movilización de reclutas a trasmano que pide a las regiones organizar milicias pagadas.
Pero los números no alcanzan para todas las tareas: vigilar fronteras, contener rivalidades de antiguas repúblicas y reforzar el asalto a Ucrania.
La marea cambió en favor de Ucrania por la calidad renovada de sus combatientes y por el nuevo armamento de precisión venido de la OTAN, que puede destruir tanques, aviones, arsenales y puntos estratégicos distantes. En su reunión de fin de semana en Samarcanda, Putin encontró reticente a su amigo chino Xi Jinping, y de su amigo indio, Narendra Modi, recibió de plano el juicio de que “No son tiempos de guerra”.
Mientras tanto, el presidente Biden anunció un nuevo apoyo de 600 millones de dólares en armamento para Ucrania. No hay a la vista una inminente victoria ucraniana pero sí algunos indicios de que David podría ganarle esta vez, otra vez, a Goliath.