Ramón Alberto Garza

Si quieren conocer por qué el PAN no repunta y está condenado a ser un partido chacotero, corrupto y entreguista, solo asómense a lo que sucedió el pasado viernes 12 de junio en el Congreso local de Nuevo León.

Era un día trascendente, porque los legisladores votarían la sanción al gobernador Jaime Rodríguez y a su secretario de Gobierno, Manuel González.

Cumplirían el exhorto del Tribunal Federal Electoral que les exigía a los diputados de Nuevo León aplicar un castigo ejemplar a las dos máximas autoridades de gobierno, por el desvío de recursos públicos a la fallida campaña presidencial de El Bronco en el 2012.

Ni el gobernador ni su secretario de Gobierno amanecieron intranquilos. Presumían a quien lo quería escuchar que ya tenían maiceados a los legisladores del PAN, del PT, de Morena y a algún priista, para que el castigo fuera light.

El diputado Arturo de la Garza, de Movimiento Ciudadano, abrió en su calidad de presidente la sesión de la Comisión Anticorrupción, buscando dar lectura a una propuesta de dictamen del también emecista Luis Donaldo Colosio. La sanción propuesta en ese dictamen era la destitución y su inhabilitación de ambos funcionarios.

Pero un bloque de legisladores del PT y del PAN intentaron asestar un golpe, descalificando esa propuesta de destitución, para reemplazarla por una con castigo light. Una multa de 317 mil pesos a cada uno sería suficiente. La iniciativa fue del legislador petista Azael Sepúlveda.

Después de 11 horas de debate -e incluso de insultos- Arturo de la Garza desactivó el intento golpista para reemplazarlo al frente de la Comisión Anticorrupción. Pero se sometió a votación la iniciativa del castigo light.

Seis legisladores de la Comisión Anticorrupción buscaban salvarle la cara al gobernador y a su escudero. Los tres del PAN, el del PT, el de Morena y el de Nueva Alianza.

En contra votaron los tres integrantes de la comisión de Movimiento Ciudadano y el legislador del PRI.

Pero mientras se daban los jaloneos en la comisión, y antes de la votación al pleno, el legislador priista Francisco Cienfuegos cabildeó en todas las bancadas que se frenara ese dictamen light.

El argumento era que un castigo así sería una burla para los ciudadanos frente a los probados actos corruptos del Gobernador y de su secretario de Gobierno, quien se instaló durante unos meses como su interino y le operó el envío de funcionarios y dinero público para su campaña presidencial.

Algo sucedió en las intensas horas de debate, que de súbito el bloque Morenista -que se presumía votaría por el dictamen light- decidieron rechazarlo y votar por un castigo más severo. Era lo congruente para el partido de un presidente que tiene como eje de su gobierno la lucha anticorrupción.

El PT, que originalmente era el padrino del dictamen light, acabó salvando cara cuando la diputada María Guadalupe Rodríguez –esposa del líder Alberto Anaya- se abstuvo de votar.

De nada valieron los intentos de última hora del Secretario de Gobierno, Manuel González, buscando comprar el voto de algunos legisladores para sacar adelante el dictamen que le salvaba su cargo.

A la hora de someter el dictamen light al pleno, el esperado resultado no cuajó. Fue rechazado.

El voto de 20 legisladores –siete de Morena, seis del PRI, seis de Movimiento Ciudadano y uno del PES- echaron para abajo lo que ya se presumía pactado.

Tres abstenciones –una del PRI, una del PT y una independiente- confirmaron que la mayoría no se prestaría al juego.

Para vergüenza pública, de los 18 legisladores que votaron por salvarles la vida a El Bronco y a su escudero, 15 eran del PAN, uno del PT, una del Partido Verde y una de Nueva Alianza.

¿Qué le deben los líderes albiazules Raúl Gracia y Zeferino Zalgado al gobernador –o mejor dicho a Manuel González- como para enmendarles la plana y pedir una mínima multa, en lugar de aplicarles un castigo ejemplar? Lamentable.

La intentona que comenzó a fraguarse a las 9:22 de la mañana acabó de votarse hasta las 8:30 de la noche. Y deberá elaborarse un nuevo dictamen para ser votado esta misma semana.

Cuatro medallas al mérito anticorrupción son claras. La del emecista Arturo de la Garza, en su calidad de presidente de la comisión, quien resistió los embates; la del priista Francisco Cienfuegos, quien operó el cambio del rumbo; la de la bancada en pleno de Morena, que rectificó a tiempo para votar duro, y la de la petista María Guadalupe Rodríguez, quien con su abstención hizo posible el desempate para consumar el rechazo.

Las dos medallas a la ignominia y a la complicidad también son claras. Una para la bancada del PAN por entero, liderada por Carlos de la Fuente. Y la otra para Claudia Tapia, quien identificada siempre como una luchadora social anticorrupción, acabó solapando con su abstención el fallido intento.

Pero como todo vuelve esta semana al punto cero, todavía es tiempo de rectificar. ¿Habrá, ahora sí, castigo ejemplar?
MSN MÉXICO.