EEUU se reúne en secreto con el Gobierno sirio para liberar prisioneros
El objetivo primordial de los delegados norteamericanos era asegurar el retorno de Austin Tice, reportero que desapareció en 2012 en Siria, y del psicoterapeuta Majd Kamalmaz, arrestado en 2017
No hay guerra sin diálogos intestinos entre los contendientes. En Siria no ha sido menos. De hecho, un país como Emiratos Árabes Unidos, que en el pasado perteneció al frente opositor, reabrió su embajada en Damasco en 2018 y ha normalizado sus relaciones diplomáticas con el Gobierno de Bashar Asad. Lo sorprendente es que Estados Unidos dé muestras de querer hacer lo propio y que el premio pueda ser la libertad de un periodista al que se llegó a dar por muerto: Austin Tice.
Según publicó este lunes el Wall Street Journal, y reprodujeron otros medios estadounidenses, dos altos funcionarios de la administración de Donald Trump viajaron a Siria en secreto para reunirse con representantes del Rais. El objetivo primordial de los delegados norteamericanos era asegurar el retorno de Tice, un reportero autónomo que desapareció en 2012 durante una cobertura en Siria, y de Majd Kamalmaz, un psicoterapeuta arrestado en 2017.
Los avances de este esfuerzo, coherente con una política de liberación de prisioneros en el extranjero que Trump ha abanderado desde su llegada al cargo -y que ha tenido varios episodios positivos con Irán-, no parecen ser positivos, esta vez. Una persona implicada, hablando bajo condición de anonimato, ha subrayado que Siria no ha ofrecido ninguna prueba de vida reciente del informador, como tampoco ha reconocido tener a Kamalmaz, que sufre diabetes.
De acuerdo con el periódico árabe Al Watan, los enviados de Washington fueron Roger Carsten, un embajador a cargo de asuntos de rehenes, y Kash Patel, un asesor de Antiterrorismo. Ambos se reunieron con Ali Mamluk, jefe de la Inteligencia siria, el pasado agosto. Este medio detalla que Mamluk rechazó discutir sobre los estadounidenses “secuestrados” y que, en cambio, se centró en su exigencia de que las tropas de EEUU se replieguen del norte y este de Siria.
El último encuentro, el de mayor nivel de los cuatro habidos en los últimos años de guerra entre estadounidenses y sirios, llega en un momento crucial. A pocas semanas de las elecciones presidenciales, Trump, que llegó al poder prometiendo replegar sus tropas de Oriente Próximo, se encuentra ante la posibilidad de cerrar un acuerdo haciendo la uve de victoria; Damasco, por su parte, también puede ganar dialogando con un Gobierno que le ha impuesto sanciones leoninas.
“Hemos presionado durante años para involucrar a los Gobiernos de EEUU y Siria y devolver a nuestro hijo sano y salvo a casa, así que esperamos que las noticias recientes sean precisas”, han dicho Marc y Debra Tice, los padres del periodista desaparecido, en un comunicado de la familia. “Estamos profundamente agradecidos a todos los que están trabajando para el retorno seguro de Austin, su ausencia continuada demuestra que queda mucho por hacer”.
La Casa Blanca ha brindado un apoyo inconsistente a la oposición siria a lo largo del conflicto. El predecesor de Trump, Barack Obama, contribuyó a armar a milicianos revolucionarios, pero hacerlo de la mano de las monarquías del Golfo Pérsico, junto con los propios avatares del conflicto desatado en 2011, desembocó en un auge del extremismo islámico. A partir de 2014, EEUU optó por apoyar a las fuerzas kurdas del norte, pese a reconocer todavía algunas de ellas como “terroristas”.
Según informa el New York Times, el hoy secretario de Estado, Mike Pompeo, llamó a Mamluk en 2017, cuando era jefe de la CIA, para abrir un canal de comunicaciones. El diálogo ha sido poco productivo y ha estado obstaculizado por los sucesivos ataques gubernamentales a la población civil. El año pasado, Trump ordenó retirar la mayor parte de su contingente en Siria, un acicate para que las fuerzas sirias, apoyadas por Rusia e Irán, avanzasen en sus planes de recuperar todo el territorio sirio.
Aquel gesto triunfal de Trump llevó a Turquía a atacar territorio kurdosirio. En la ofensiva, que dejó miles de desplazados, murieron civiles como la política Hevrin Khalaf, ejecutada extrajudicialmente por milicianos opositores apoyados por los turcos. Poco después, Trump, en otro de los virajes que lo caracterizan, anunció que dejaría algunas tropas en el este sirio, una zona siria rica en hidrocarburos. “Tenemos su petróleo”, celebró entonces.
Ahora, Asad quiere que la presencia de tropas estadounidenses en Siria finalice por completo. Su estrategia de presión y, aparentemente, negociación se conoce al mismo tiempo que el digital Middle East Eye dice que Turquía abandonará algunos de los puestos militares disuasorios instalados en Idlib, la última gran zona siria bajo control opositor. Aunque fuentes militares de Ankara lo niegan, se cree que las protestas de Damasco, que podría lanzar pronto una ofensiva sobre Idlib, donde viven tres millones de civiles, han tenido premio.
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