¿Salud o economía? el falso debate ante el coronavirus

“to be, or not to be, that is the question”

Lenin Torres Antonio

Recorren por las redes, los platos de los contertulios expertos en comunicación, en la voz de los opinadores de la política y de los temas actuales, la insinuación en algunos casos, la acusación directa o la provocación malsana como arma política que el gobierno federal no ha podido enfrentar de buena forma el problema local de la pandemia mundial de coronavirus, y casi que es el causante del número de las infecciones por el coronavirus y los las muertes por el covid19, haciendo parecer que otros políticos lo hubieran hecho mejor, aunque este comportamiento no es privativo solamente de México, sucede en casi todos los países del mundo, en los que al igual que  en México, la oposición a esos gobiernos ha utilizado la crisis sanitaria como su principal arma de oposición y de discurso reivindicatorio.

En México algunos usuarios de la red llevan enfermizamente el conteo de muertos e infectados, y siempre con la misma insinuación o acusación directa que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador es el responsable, aunque nunca haya ni propuestas ni ideas de cómo enfrentar de mejor manera la pandemia del coronavirus en México y poder evitar el dolor y el desangramiento de vidas humanas, igual sucede en la mayoría de los países del mundo.

La insuficiencia de la política y de los políticos, de los científicos e incluso de los dotados con algún don de enfrentar con buenos resultados la pandemia del coronavirus es una realidad palpable, todos los países del mundo han sufrido la ignorancia total, tanto científica como política para enfrentar un virus con tales características mortales y de propagación como lo es el coronavirus, y a lo máximo que ha llegado al consenso que la mejor manera para enfrentarlo es adoptar una nueva normalidad que ha implicado, sana distancia contrario a la movilidad que es nuestra principal característica como especie biológica, somo de todos los seres vivos el animal que tiene una movilidad terrestre tanto para su pervivencia como fuente de placer, utilizar el cubre boca, en otras palabras cubrir nuestro rostro contrario al sentimiento de libertad que ha constituido tener nuestro rostro al descubierto, el rostro cubierto es símbolo de sumisión, de comportamientos retrogradas, por eso satanizamos el burka de la mujer islámica, según occidente, y más en nuestra relación con el otro la importancia del rostro es fundamental, a través de los gestos nos acercamos a los sentimientos y al goce, todo nuestro rostro es una ventana a la intimidad de nuestro ser, y por último, la  recomendación de practicar una higiene compulsiva que nos acerca a la locura del neurótico obsesivo.

Hemos irresponsablemente evadido esa nueva normalidad y actuado como si nada peligroso estuviera pasando, aunque nos digan que llegamos a 99 millones de humanos infectados y potencialmente propagadores del virus mortal, y casi 2 millones de muertos por el covid19, más lo que se sume posteriormente, en un conteo acumulativo tétrico. Ahora muy placidos y ansiosos esperamos la llegada de la vacuna milagrosa que nos permita volver a nuestra irresponsable, lúdica, estúpida, y banal vida humana, pero esa espera se ha hecho tortuosa, por las características para proveerse de esas vacuna, la larga cola que hay que hacer, por cierto desigual, porque primero surtirán y están surtiendo a las grandes potencias mundiales que tienen el dinero y son dónde están asentadas las afortunadas farmacéuticas poseedoras de las patentes de las vacunas ansiadas, luego su logística, traslado, forma de conservación, en fin, que en cada país se planea a través de una calendarización la forma en que harán inmunes a sus congéneres del virus mortal mata hombres, y puedan volver a otras formas de exterminio y pandemias mortales, que por cierto, han matado a más seres humanos que el propio coronavirus y los demás pandemias, que son la pobreza, la desigualdad, la ignorancia, el sistema económico neoliberal, las dictaduras de la bota militar o de coronas de oro, etc. En suma, volver sin rastros del pasado, y pensando que a lo máximo en cada país se erigirá algún monumento a los caídos por el coronavirus para no olvidar, aunque a la postre esos monumentos sirvan para el recreo y el esparcimiento, y no para no olvidar, y siguiendo el argumento de Séneca sobre el duelo y el recuerdo a los muertos amados, no saber que el verdadero duelo es inolvidable, aunque esté acompañado de lágrimas constantes y dolor permanente. Pero la raza humana prefiere olvidar, y no aprender del pasado, porque en la gramática el recuerdo no es un concepto prioritario, olvidamos las promesas de amor, nuestras convicciones, el dolor del otro, hasta nuestras deudas.

Ignorantes o perversamente conscientes hemos pretendido no reconocer que el coronavirus nos puso en un dilema mortal, y lo digo por los falsos apologistas de la salud y los perversos políticos que hacen oposición con el sufrimiento y los muertos por el covid19, que implica dos caminos que llevan al mismo destino: la muerte, ¿o la salud o la economía?

Al inicio de la pandemia del coronavirus el debate se hizo aparecer salud o economía, y se presentó como un verdadero debate, puesto que sentimentalmente pensamos que sólo se podría priorizar la salud, o sea la vida de los seres humanos ante la pandemia del coronavirus, y parar la económica, y así se hizo, raudos fuimos convocados a recluirse en nuestras casas, a comenzar una vida social virtual, a pretender que esto era cosa pasajera, y por cierto, México fue unos de los pocos países de América, cuando en Europa los estragos del covid19 eran espantosos, de tomar la decisión de suspender las clases escolares y atender las recomendaciones de la OMS, y tuvo en su momento sus efectos positivos, aunque tarde que temprano teníamos que abrir la economía y más teniendo al vecino del norte como el principal socio, y paralelamente como el principal centro infeccioso de América, el control de la pandemia fue insuficiente.

La pandemia agarró desprevenidos a todo el mundo, aunque algunos, los países ricos con suficiente recursos económicos y materiales para invertir en reforzar su sistema de salud, y en mantener a la población recluida, y otros muchos en condiciones económicas no muy halagüeñas, como es el caso de México. Así que por un tiempo el mundo se recluyó, pero como todo perdido en una isla solitaria, los víveres del mundo corrían el peligro de agotarse y tuvimos que abrir la economía, y acostumbrarnos a la muerte, fue así como las medidas de muchos países ha sido, conforme a las oleadas del coronavirus, abrir y cerrar la economía, y con eso vemos que no había tal disyuntiva o salud o economía, y que esto era un falso debate, y asumir, que si bien es cierto que lo prioritario es la salud (la vida de los seres humanos), la economía neoliberal desigual tenía que abrirse para sostener a la población mundial. Al final de cuenta los gobiernos del mundo, aun los potentados, se dieron cuenta que el dilema entre salud o economía era un falso debate, y teníamos que atender la salud y la economía, o sea, el dilema era una conjunción, salud y economía, puesto que aun conservando la salud si no hay riquezas no hay salud, y eso significa también muerte y sufrimiento.

Lo interesante de este falso debate es ver cómo el ser humano prioriza por encima de la salud o la economía, el poder, y vemos como el frente común que debió y se debe presentar contra la pandemia del coronavirus, se convirtió en un campo de batalla por la lucha por el poder público, lo vemos ahora por doquier, pero particularmente, en el reciente espectáculo grotesco del país “más civilizado del mundo”, los Estados Unidos de Norteamérica.

Ignoro totalmente si la vacuna contra el coronavirus sea la vuelta a  la “normalidad”, y si el mundo se de cuenta que “volver a ser el mismo” es un retroceso, lo que sí sé es que el coronavirus abre un debate sobre el significado de la naturaleza humana, y su consecuente desfragmentación de esos significantes que hacía una unidad indivisible del hombre y que nos enorgullece, la racionalidad, la civilidad, la comunidad, y el lenguaje, lo que sí sé es que la gramática perversa que se auto legitima necesita nuevos vocablos para volver a la armonía con la physis y enlazar nuestras manos de nuevo.

Enero de 2021