La importancia de la salud mental

ADRIANA SARUR

Mucho hemos hablado de las crisis sanitarias y económicas que la Covid-19 ha desatado alrededor del orbe durante estos 16 meses, sin embargo poco se ha profundizado en el tema de la salud mental. Y, aunque esta problemática no sea de origen reciente, la pandemia la ha puesto bajo la lupa, pues el temor al contagio -personal y de nuestros seres queridos-, el negativo impacto laboral, económico y las repercusiones que de esto emana, aunado a los cambios en nuestra vida cotidiana, han puesto en relieve la importancia de nuestra salud mental.

Ante esta situación, organizaciones internacionales como la OMS y sus agencias regionales como la OPS (Organización Panamericana de la Salud), ha puesto mucho empeño en realizar recomendaciones para Latinoamérica, región muy afectada por la emergencia sanitaria y por ende, en la salud mental de sus habitantes. Sin embargo, como pasa con los organismos internacionales o los de la sociedad civil, en muchas ocasiones (casi todas), no son vinculantes con los gobiernos y terminan siendo consejos. Programas intersectoriales preventivos y reactivos, enfatizar la atención a sectores vulnerables por grupos etarios, género, etnia, etc., son algunas de sus recomendaciones.

El gobierno federal y los estatales pusieron a disposición de la ciudadanía números telefónicos para atención psicológica. No es suficiente. La problemática de la salud mental tiene que considerarse tan importante como la salud física. La ansiedad, estrés, depresión deben ser tratadas como enfermedades al igual que la gastritis, gripe o sarampión. No es un tema menor, una persona se suicida en el mundo cada 40 segundos, cifra que ronda los 800,000 decesos al año por esta causa, que al considerarse un tabú, siguen siendo unas muertes silenciosas.

En nuestro país, la tasa por muerte autoinfligida es de 5.4 por cada cien mil habitantes, 6,710 suicidios en 2018, siendo los hombres en quienes prevalece esta situación con una tasa de 8.9 fallecimientos por cada 100 mil hombres (5,454) y 2 de cada 100 mil mujeres (1,253); se concentran en el grupo de 30 a 59 an~os con 46 %; jo´venes de 18 a 29 an~os con 34 %; las nin~as, nin~os y adolescentes de 10 a 17 an~os con 10 por ciento, con datos del Inegi (aún no hay datos durante la pandemia).

Esta “enfermedad silenciosa” ataca por igual a todas las personas, sin importar su condición socioeconómica, edad, género, profesión, etc. Una gran muestra de esto nos la dio la atleta olímpica Simone Biles, considerada la mejor gimnasta de todos los tiempos, quien decidió abandonar la competencia en busca de medallas en pro de su salud mental. “Desde que entro al tapiz, estoy yo sola con mi cabeza, tratando con demonios en mi cabeza (…)  Siento como si no me divirtiera tanto”, dijo con lágrimas en los ojos. Antes de ella fue la tenista Naomi Osaka quien se retiró de Roland Garros y antes fue Messi (a quien se le veía vomitar en los juegos importantes) y antes fue Phelps y antes fueron Pippen, Rodman y Jordan.

Así pues, celebro la valiente decisión de Biles, que ante una carretada de insultos en redes sociales, se mantiene firme y priorizando su bienestar personal y su salud mental. Debemos tomar el ejemplo de esta atleta y poner en relieve la importancia de nuestra psique. Desmontar los tabúes que rodean a esta enfermedad, hablar de esto de manera cotidiana con nuestros seres queridos, solicitar ayuda, normalizar su atención permanente.