No es miedo, presidente; es solo sensatez
No hay certeza de que ómicron tenga afecciones más leves, por ello, las políticas públicas en materia de salud deben enfocarse en reducir mayores perjuicios a la población, señala Enrique Quintana.
“Que no nos metan miedo”, esto fue lo que dijo ayer el presidente López Obrador en la conferencia mañanera cuando se refirió a la posibilidad de una cuarta ola de covid en el país.
El argumento esgrimido por el presidente es que aunque están aumentando los contagios en algunas entidades, no pasa lo mismo con la hospitalización. El señalamiento presidencial es que ómicron provoca malestares más leves que otras variantes y por lo mismo no hay que preocuparse.
Esta es una de las hipótesis que existen y que se basan en el hecho de que aparentemente la infección provocada por la nueva variante se concentra en las vías respiratorias superiores y en menor grado en los pulmones, lo que genera una enfermedad más leve.
Tenga usted la certeza de que tendremos en el muy corto plazo un disparo de contagios en México como no habíamos visto en ningún otro momento de la pandemia.
Es lo que ha ocurrido en otros lugares del mundo y no habría ninguna razón por la cual no ocurriese en nuestro país, como ya se observa con los más de 15 mil contagiados reportados ayer.
La afluencia masiva de personas en busca de pruebas que se ha observado en los últimos días es una manifestación de ello.
El número de pruebas aplicadas fue en promedio de 16 mil diarias la última semana del año frente a las cerca de 50 mil que llegaron a aplicarse en agosto. En cuanto las cifras de pruebas crezcan, los casos positivos documentados van a dispararse.
Si tuviéramos realmente la certeza de que, en efecto, los riesgos de hospitalización son más bajos incluso entre los no vacunados, tal vez se podría considerar que es razonable el señalamiento hecho por el presidente de la República.
Sin embargo, hay casos de otros países en los que hay también un disparo de hospitalizaciones.
En Estados Unidos, el número de hospitalizados llegó a casi 100 mil personas cuando la cifra era de 40 mil a principios de noviembre.
Ayer, el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, admitió que el sistema hospitalario de su país se siente desbordado por los casos de covid que requieren ser atendidos.
Un caso a observar en América Latina es el de Argentina. En la primera quincena de diciembre el número de contagios nuevos por día era de alrededor de 2 mil y la cifra al 3 de enero alcanzó los 44 mil, con más de 40 por ciento de positividad en las pruebas aplicadas y un crecimiento de 200 por ciento en la atención médica a domicilio.
Ojalá que la hipótesis se confirme y efectivamente, las afecciones que traerá consigo ómicron sean en su totalidad más leves.
Sin embargo, no existe la certeza plena de que sea así, sino solamente alguna información preliminar que nos hace abrigar esa esperanza.
Existe el riesgo de que, sobre todo entre las personas no vacunadas, se presenten síntomas más graves.
La dimensión del problema en México se expresó ayer en la ausencia del subsecretario López-Gatell en la conferencia mañanera, presuntamente debido a una gripe.
La sospecha, sin embargo, de que en realidad está contagiado por covid, inundó ayer las redes sociales.
No se trata de asustar a nadie.
Las políticas públicas en materia de salud deben orientarse a reducir la posibilidad de mayores perjuicios entre la población.
Qué bien que se hayan incrementado los lugares en donde realizarse una prueba; qué bueno que se inicie ya la vacunación de refuerzo para el personal docente con una vacuna como Moderna; es positivo que se haya tomado la decisión de suspender eventos masivos relativos al Día de Reyes al menos en la Ciudad de México.
Esto quiere decir que el gobierno sí puede tomar medidas sensatas en materia de política de salud.
Pero pese a ello, las que se han tomado, son notoriamente insuficientes.
Por lo pronto, las perspectivas económicas para este año aún no se contaminan con el riesgo que trae consigo la nueva variante… pero es muy pronto para cantar victoria.