Perú: “Momento crítico” tras el cese de la Primera Ministra y la nueva crisis de Gobierno
Se trata de la crónica de una renuncia anunciada “ante la imposibilidad de lograr consensos en beneficio del país”, como explicó la propia Vásquez en su carta de despedida
“He decidido renovar el gabinete y contar con un nuevo equipo”. Transcurridos seis meses de su juramentación, Pedro Castilloha iniciado las consultas para conformar su tercer gobierno, forzado por el cese de la primera ministra, Mirtha Vásquez.
Se trata de la crónica de una renuncia anunciada “ante la imposibilidad de lograr consensos en beneficio del país”, como explicó la propia Vásquez en su carta de despedida. La activista de derechos humanos, que llegó avalada por su moderación para sustituir al izquierdista radical Guido Bellido, es la principal víctima de los errores políticos del presidente, perdido en su propio laberinto.
Como si fuera el Poncio Pilates de los Andes, Castillo no intervino en el pulso desatado entre el ministro de Interior, Avelino Guillén, y el comandante Javier Gallardo, de la Policía Nacional, lo que forzó la dimisión de uno de sus ministros más prestigiosos. Gillén contaba con el apoyo de Vásquez, lo que a la postre ha convertido la inacción del maestro de Cajamarca en el detonante del efecto dominó que se ha llevado por delante a todo su gobierno.
“Hemos llegado a un momento crítico”, advirtió Vásquez, quien relacionó la crisis en el Ministerio de Interior con “un problema estructural de corrupción”. Durante el pulso entablado entre Guillén y el comandante Gallardo no sólo estaba en juego los ascensos y la operatividad de la policía en plazas clave, como Lima; también las investigaciones que persiguen a Gallardo tras las reuniones que mantuvo con el presidente y con una antigua oficial, acusada de lucrarse durante la pandemia.
Los mismos nubarrones persiguen a Rubén Pacheco, el antiguo secretario del presidente, o al propio sobrino del presidente, que ahora se ha sabido falsificó una prueba de covid para no acudir a declarar.
La salida estrepitosa del exfiscal Guillén también certifica el caos y el desorden que reina en la Presidencia. Ya lo confesó el propio Castillo ante la CNN: “Nunca me formé como político, nunca fui entrenado para ser presidente”. Algo que casi todo el Perú ya barruntaba.
Las primeras entrevistas que concedió Castillo tras casi medio año en silencio desnudaron a un “político improvisado, pícaro y exasperante. Evasivo ante las preguntas, sin coartadas verosímiles. Su ideología es el populismo pero en una versión raquítica”, resumió el analista Gonzalo Banda. Según la última encuesta, el 63% de los peruanos no creen en su presidente.
“Del presidente no se espera mucho. Se le pidió muchísimas veces que diera explicaciones, pero ahora, al constatar su nivel, cabría invitarlo a guardar silencio hasta 2026, si para entonces continúa en su cargo”, resumió el escritor Renato Cisneros.
Empeñado en dar la razón a sus detractores, en esa misma entrevista con CNN, Castillo también patinó al abrir la posibilidad de que Bolivia recuperara su acceso al mar, por lo que tuvo que pedir disculpas. El Congreso convocó al canciller Óscar Maúrtua para que dé explicaciones sobre el asunto en las próximas horas.
“Se van premier y ministros molestos con el gobierno que les abrió la puerta, incluso contra la voluntad de su bancada (grupo parlamentario). A Perú Libre (PL) el tiempo le dio la razón al votar contra el gobierno caviar (moderado), cuyo resultado de gestión es intrascendente”, se congratuló Vladimir Cerrón, secretario general de PL y líder de los radicales.
Pese a su distanciamiento de Castillo, el fracaso del primer gabinete izquierdista y la fragmentación de su grupo parlamentario, Cerrón acaricia la idea de que uno de los suyos recupere la jefatura del gobierno.