martes, 6 de diciembre de 2022

No hubo reciprocidad por el agradecimiento y la lealtad que AMLO, en su momento, brindó a la persona que fuera su primer jefe en su carrera política
Ni quien lo dude que los favores en política se pagan bien y a veces requetebién —diría el clásico—. En 1976, el entonces joven tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, se integró al equipo del candidato a senador, el poeta Carlos Pellicer. Meses más tarde de las elecciones en las que fue electo Pellicer, sucedieron los comicios para elegir gobernador de Tabasco, la votación favoreció al ingeniero Leandro Rovirosa Wade. El hecho de no participar en la campaña del candidato vencedor, le cerró a AMLO las puertas del gobierno estatal. Pasó 18 meses recorriendo varias instancias con un proyecto para La Chontalpa que había pensado durante la campaña del poeta.

En consideración a la ayuda que le diera Andrés Manuel durante su campaña, Pellicer insistió hasta que Rovirosa Wade apoyó el nombramiento del de Tepetitán, como delegado en Tabasco del Instituto Nacional Indigenista en 1977. Allí comenzó su carrera política, su primer jefe formal fue Ignacio Ovalle Fernández, director nacional de dicho instituto y quien años más tarde en 1984, lo recomendó con Clara Jusidman, directora del Instituto Nacional del Consumidor, institución de la que López Obrador fue director de Promoción de 1984 a 1988, cuando rompió con el PRI y se unió a la corriente democrática encabezada por Porfirio Muños Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas, entre otros. Durante su gestión en el Instituto Nacional del Consumidor, el tabasqueño impulsó la Revista del Consumidor y creó la cancioncita con los números telefónicos del Instituto.

Lo que quiero destacar en esta magna —por extensa— introducción es el favor concedido al hoy presidente por Ignacio Ovalle, favor al que el mandatario correspondió, tan pronto llegó a Palacio al nombrar a Ovalle, quien estuvo al frente de Conasupo en el sexenio de Salinas de Gortari, director de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) institución básica de la 4T en su propósito por mejorar las condiciones nutritivas de los más pobres.

No hubo reciprocidad por el agradecimiento y la lealtad que AMLO, en su momento, brindó a la persona que fuera su primer jefe en su carrera política y quien además lo recomendó para un cargo de relativa importancia en el sexenio de Miguel de la Madrid. Por el contrario, Ovalle Fernández, suscitó un escándalo cuando en el año 2021 se empezó a hablar de malos y corruptos manejos en el área de su responsabilidad, hasta llegar a considerar que las irregularidades en las cuentas de Segalmex pueden rebasar las de la Estafa Maestra del sexenio anterior.

Según la Fiscalía General de la República, en el escrutinio de cuentas públicas de los años 2019 y 2020, en compra de granos, costales y otros productos que jamás entraron a los almacenes de la dependencia; pagos alzados a productores; viáticos excesivos y una relación de nóminas por honorarios a personal inexistente; así como salidas de dinero en efectivo sin justificación, se descubrió un desfalco presupuestal de 2,000 millones de pesos en tan sólo dos años. Este escandaloso desfalco contradice lo que el presidente López Obrador ha expresado mañanera tras mañanera sobre la anulación de la corrupción durante su sexenio y la austeridad que exige a sus colaboradores.

Sin embargo, Ignacio Ovalle, responsable de tantas irregularidades en el organismo que el presidente puso a su cargo, no ha sido llamado a cuentas; por el contrario en cuanto el olor a putrefacción en Segalmex comenzó a hacerse insoportable, el presidente nombró a Ovalle coordinador del Institutito Nacional para el Federalismo y Desarrollo Municipal dependiente de la Secretaría de Gobernación.

Con el nefasto ejemplo de Ovalle que contradice las propuestas anticorrupción de la 4T, la frase que a la letra dice que en “política no hay enemigo pequeño”, puede parafrasearse para decir: “en política no hay amigo pequeño”.

Punto final
Una madre le dice a su hijo: Me dijo un pajarito que te drogas. La que se droga eres tú que hablas con los pajaritos.