PT, el único partido que nunca ha ganado una gubernatura

Viernes 26 de mayo 2023

Aunque ha aportado sus granitos de arena para que otros ganen 41 gubernaturas, el PT jamás ha triunfado por su cuenta. Aún así Mejía Berdeja no se baja del barco en Coahuila.

A pesar de que el Partido del Trabajo (PT) ha colaborado con todos los partidos con registro para entronar a 41 mandatarios estatales, por su cuenta no ha logrado ganar ni una gubernatura en los 32 años que lleva participando en procesos electorales. Aun así, en los comicios venideros en Coahuila se aventuró a postular a Ricardo García Bermeja, quien se salió del redil morenista para intentar convertirse en el primer mandatario petista de la historia. Ni la memoria electoral ni las actuales encuestas le conceden posibilidad alguna.

La jugada del ex subsecretario de Seguridad Pública ha provocado que el dirigente de Morena, Mario Delgado, advierta públicamente –en diversas ocasiones– que la decisión del PT podría provocar el rompimiento de la alianza con el partido rojo en las presidenciales de 2024. Pero hasta el momento, aunque la única posibilidad que tiene el PT de mantener el registro nacionaldepende del obradorismo, la presión ha resultado en vano.

Incluso el presidenteAndrés Manuel López Obrador renegó de su cercanía con el hoy abanderado del PT. “Aquí estaba con nosotros y se fue sin decir adiós. No quiero que se use mi nombre, porque no tengo relación con él. Se me hace un acto de deshonestidad estar usando mi nombre para una campaña, cuando no tengo relación”, dijo ayer en su conferencia mañanera.
La historia de este partido deja ver que ha pasado su existencia no tratando de gobernar, sino de sobrevivir. Aunque procura marcar una diferencia con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), bajo la suposición de que su estrategia de largo plazo también es colgarse de otros partidos, pero solo de izquierdas, en realidad ha sido socio menor de todas las organizaciones políticas actualmente con registro. Su verdadera singularidad es que, entre todas ellas, es la única que jamás ha tenido un gobernador que milite en sus filas.

Aunque de manera exigua, el PT les aportó algunos votos a 41 candidatos a gobernador ganadores: 14 de Morena, 13 del PRD, 7 del PRI, 5 del PAN, uno del Partido Encuentro Social y uno de Movimiento Ciudadano.

Después de que en 1991 perdió el registro en su primera experiencia en comicios, en cinco procesos electorales federales a partir del de 1994 logró superar apenas por décimas el 2 por ciento mínimo requerido para conservarlo. En 2009 y 2012, por fin pareció despegarse de ese piso temible al obtener casi el doble, en la primera fecha, y de la mano de la candidatura presidencial de López Obrador, cuando logró rascar el 5 por ciento.

Pero una reforma constitucional en 2014 elevó la exigencia legal a un 3 por ciento. En 2015, quedó un pelo por debajo (2.99 por ciento) y solo maniobras chapuceras lograron salvarlo. Entre esos comicios y los anteriores, había perdido más de la mitad de sus votos, al desplomarse de 2.3 millones a 1.1 millones.

El tsunami Andrés Manuel López Obrador de 2018 empujó al PT a remontar hasta conseguir su mejor resultado histórico, un 5.1 por ciento de la votación válida para diputados federales, y una bancada que, con enorme diferencia, fue la más numerosa de todas las que había llegado a tener: multiplicó por diez sus curules hasta sumar 61, desde solo 6 en la legislatura previa. Antes de eso, sus mayores grupos habían sumado 15 legisladores, en 2006 y 2012.

Y en ambos casos también se los debía a la cabalgadura de Andrés Manuel López Obrador. A cuya hebilla se ha amarrado como en otra época lo hizo de la de Cuauhtémoc Cárdenas.

Que el PT haya sobrevivido gracias a esos dos dirigentes es toda una ironía porque fue formado como parte de la estrategia del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari para descarrilar el movimiento de Cárdenas y López Obrador: su participación electoral en 1991 y, con mejores resultados, en 1994, con Cecilia Soto como candidata presidencial, estaba destinada a confundir al electorado y robarle votos de izquierda y de mujeres al PRD.

Hoy, esos dos partidos, primero rivales, luego socios y ahora enemigos, se ven unidos por la amenaza de perder el registro si no logran obtener el 3 por ciento de la votación. Pero el PT está en peores condiciones: si la generalidad de las encuestas coloca al membrete amarillo en el límite de esa cifra, al rojo lo hunde en los alrededores del 2 por ciento.

Sin vida eterna

El PT, a pesar de su tamaño, sí ha sido considerado de alguna utilidad por organizaciones que quisieron acumular símbolos y siglas o arañar algunos votos extra. Al menos el PRD y Movimiento Ciudadano, en 2015, consideraron su existencia tan útil como para darle vida artificial. Tanto el Instituto Nacional Electoral (INE) como el Tribunal Electoral resolvieron retirarle el registro por no haber alcanzado el 3 por ciento de la votación. Pero problemas de otro orden provocaron la repetición del proceso en el Distrito 01 de Aguascalientes. Esos partidos retiraron a sus candidatos y movilizaron a sus seguidores para apoyar al PT, que de súbito pasó de 3 mil 246 sufragios en la elección ordinaria a 13 mil 180 en la extraordinaria. Así ganó las dos décimas de la supervivencia: subió de 2.99 a 3.01 por ciento.

El tsunami AMLO de 2018 empujó al PT a remontar hasta conseguir su mejor resultado histórico | Roberto Alanís
Con ello, obtuvieron 223 millones de pesos en financiamiento público federal anual, más el estatal en las 32 entidades, espacio gratuito en radio y televisión y la posibilidad de contender en los estados donde había perdido el registro local.

Mal negocio para sus patrocinadores: aunque los petistas habían ido en alianza con el perredismo en esa ocasión, pagaron mal su deuda al abandonarlo para sumarse a la ola López Obrador en la siguiente.

No fue la primera vez. El electorado de 19 estados lo ha visto como socio menor en las alianzas de candidatos ganadores de todo el espectro político.

En Tlaxcala, por ejemplo, una vez con el PRI, otra con el PAN, una más con el PRD y la última con Morena. O en Nayarit, Puebla y Yucatán, en unas ocasiones con el PAN y en otras con Morena.

Con el PRI ha sido un poco más consistente, en cambio: en Chihuahua –dos veces– y en Colima –tres– fue asociado del tricolor sin luego juntarse con otro partido. A diferencia de lo que hizo en Oaxaca: estuvo con el priista Ulises Ruiz en 2004 y en 2010 con el enemigo que lo sacó del poder, el emelecista Gabino Cué.
La esperanza petista ante 2024 estaba, como desde 2000, en López Obrador. Para su inmensa decepción, el presidente desmontó todos los intentos que se hicieron de colar la “cláusula de la vida eterna” (que le permitiría a Morena obsequiarles al PT y al PVEM los votos que les faltaran para conservar el registro y tal vez algunos más) en el Plan B de la reforma electoral.
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