¿Qué fue lo que pasó con los 43 normalistas de Ayotzinapa? Anabel Hernández revela testimonio inédito de presunto implicado

30 de Septiembre 2024

A 10 años de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, la interrogante de qué pasó aquella noche del 26 de septiembre de 2014 sigue sin ser respondida. Han sido varias las teorías, tanto oficiales como extraoficiales, y ahora la periodista Anabel Hernández revela un testimonio que arrojaría luz verde sobre lo que ocurrió aquel día.

Según el último capítulo de su podcast Narcosistema titulado “”Ayotzinapa y el infierno. ¿Dónde están nuestros 43?”, la investigadora expuso evidencias sobre la posible implicación del narcotraficante Martín Villegas Navarrete, conocido como “El Elegante”, en estos trágicos eventos.

A través de audios de una persona que estuvo presente la noche de los hechos, se revelan detalles escalofriantes sobre la brutalidad y el encubrimiento que rodean este caso que aún permanece impune.

“Doy a conocer esta información sensible, cruda, cruel, porque se concatena con resultados obtenidos con información divulgada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Tuve acceso a este testimonio como parte de mis investigaciones en los últimos 9 años, la información que van a escuchar es difícil de digerir, humanamente imposible de aceptar, pero espero que esto pueda dar claridad, del nivel de brutalidad que existe en nuestro país y de cómo este narcosistema lo erosiona todo y cómo cualquiera de nosotros puede ser su próxima víctima”, dijo Hernández García.

En el audio revelado por Anabel Hernández, un sujeto que afirma haber estado y participado en los hechos describe cómo los estudiantes normalistas fueron confundidos con miembros de un grupo rival del crimen organizado. Relata que, tras un conflicto cruzado en Iguala, se ordenó atacar a los jóvenes.

“Estábamos en un punto de reunión, puede decirse una casa de seguridad. En ese momento, sonó mi celular, era mi jefe. Se nos habían metido unos contrarios del Cártel de los Rojos. La información que nos dio dijo que venían en unos camiones donde venían unos estudiantes y que ahí venían unas personas de la contra del otro cártel, que fuéramos a checar qué pasaba y que los identificáramos.

En ese momento nos fuimos a la ubicación que nos pasaron. De un momento para otro, todo salió de control porque en unos camiones venía mercancía del señor, del jefe de nosotros, del mero mero. Entonces se nos juntaron dos situaciones. Ahí venían filtrados, pero en otros camiones venía la mercancía del señor. La orden del señor fue que su mercancía no se perdiera; él no la quería perder. Entonces, a mí, el negro me dio indicaciones: dijo que fuéramos al lugar, les diéramos el correctivo y recuperáramos la mercancía del patrón.

Ya los infiltrados ahorita los agarramos o los agarramos. Pero valió madre porque andaban infiltrados en la bola con los estudiantes. Cuando la policía y nosotros vimos gente armada, empezamos a tirar, pero no sabíamos que era gente del gobierno, y pues empezó el corredero. Le tirábamos a quien corría sin saber quién era. Fue algo que se salió de control”.

La periodista señala que los peritajes demostraron que los estudiantes no iban armados y que no existe ningún tipo de perforación del autobús en el que estaban los normalistas que salga de adentro hacia afuera.

Lo que este testigo está narrando podría ser la explicación de por qué hubo un fuego cruzado. Por un lado, en la entrada de la Calle Juan Álvarez, de lado del Periférico, había un grupo armado y, por la parte trasera, iban persiguiendo militares vestidos de civil a los estudiantes. Son ellos a quienes, aparentemente, estos criminales, junto con la Policía Municipal, piensan que son estudiantes armados cuando, en realidad, eran los militares vestidos de civil, señala la periodista.

“Cuando nos avisaron que ya era tarde, ya habíamos tumbado a varios soldados y civiles. Pero como te digo, fue algo que se salió de control. Ahí quedaron varios tirados y a varios los empezamos a levantar en patrullas y en carros particulares. La droga se recuperó, la droga del jefe, la que iba en los camiones. Cuando se recupera, da la orden de darle piso a toda esa gente. El negro nos la da a nosotros; el jefe se la dio al negro y el jefe nos habló y nos dio esa orden: darle piso a todos los que estaban ahí.

Nos coordinamos con la Policía Municipal, los que eran federales y soldados, para repartir los paquetes y empezar a matar en grupos. Algunos ya iban muertos, unos ya iban moribundos. Varias casas de seguridad que tengo conocimiento de ubicaciones, a otros en el cuartel, a otros en casas, para después llevarlos al cañón del zopilote y ahí terminar con el trabajo”.

La periodista subraya que el Cañón del Zopilote es una barranca inhóspita que está cercana a una mina ubicada en las inmediaciones de Mezcala. La madrugada del 27 de septiembre, en esa parte de la carretera, en el punto de Mezcala, hubo un narcobloqueo, mismo que habría permitido que algunos de estos criminales pudieran llevar algunos de los estudiantes a ese punto.

El testimonio prosigue:

“Los cortamos en pedazos, pero no quemados. Ahí en ese lugar también hacían pagos y había halcones, encargados tanto como policías municipales, ministeriales, federales y un general del ejército con el que teníamos contacto. En esto participamos mucha gente. Algunas claves están encerrados, otros libres, pero aquí lo que veo es saber dónde están los restos de los chavos. Así como te lo cuento, así pasaron las cosas.

Sabes, amigo, esto no tiene mucho pedo, solo fue algo que se salió de control. Todo fue rápido, pero se hizo un problema muy grande. En un momento se dijo que se soltaría a los chavos, pero como te dije antes, la orden del jefe, de nuestro jefe, del mero mero, fue que le diéramos piso a todos los huercos para que se les quitara lo pendejos y pues se hizo lo que ya te conté. […] Si por nosotros hubiera sido, hubiéramos dejado ir a los chavos, pero el jefe tampoco quería que se anduvieran ahí divulgando lo que pasó porque tanto los chavos como los contrarios, los civiles que andaban ahí de soldados, vieron la mercancía, vieron por lo que íbamos. Por eso la primera orden del jefe fue darle piso a todos; no quería que se anduvieran divulgando nada más de esto por ahí, que anduvieran de lenguas largas y pues es lo que tuvimos que hacer”.

La autora de “Los señores del narco” precisa que este testimonio que revela habla de un enfrentamiento armado que ni siquiera está en los expedientes, pero que, según ella, pudo constatar con versiones de vecinos de la zona de Juan N. Álvarez.

El testigo menciona que, en ese momento, otras personas estaban con él. Cuando se le pregunta a qué cuartel llevaron a los estudiantes, responde que no fueron al cuartel del Ejército, sino al 27 Batallón de Infantería de Iguala.

Anabel Hernández también habla de Martín Villegas Navarrete, alias “El Elegante”, quien sería el jefe de esta persona del audio revelado. De acuerdo con testigos y documentos, dice la periodista, Villegas Navarrete es identificado como el “mero mero” detrás de los hechos en Iguala.

Martín Villegas Navarrete fue un narcotraficante mexicano vinculado al Cártel de los Beltrán Leyva. Se unió al cártel en 2007 y operaba principalmente en Acapulco, donde estableció una red de negocios para encubrir sus actividades delictivas.

Villegas tuvo conexiones en Estados Unidos, donde estuvo involucrado en el tráfico de drogas, especialmente cocaína. Después de la muerte de Arturo Beltrán Leyva, “El Elegante” formó su propia célula criminal (Guerreros Unidos) y expandió sus operaciones a varios estados de México. Fue arrestado en 2015 y extraditado a Estados Unidos en 2018, donde fue condenado por narcotráfico. Su nombre ha sido asociado con la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, dado su supuesto papel en la logística del cargamento de drogas que los autobuses transportaban esa noche.

Según Anabel Hernández, en dos de los cinco autobuses había un importante cargamento de drogas de su propiedad, valorado en al menos 2 millones de dólares.

“Villegas Navarrete habría sido quien llamó al coronel del 27 Batallón para que recuperaran esa carga. Él y sus asociados pagaban millonarios sobornos, creando una amplia red de complicidad que incluía a la policía municipal, estatal, federal y al ejército. Así comenzó la persecución a los estudiantes. Según Villegas Navarrete, él no habría ordenado la desaparición de los jóvenes, sino que esa decisión fue tomada de último momento por las autoridades y algunos sicarios involucrados en el ataque”, cuenta la periodista. Sin embargo, el testimonio revelado señala que la orden habría sido de Villegas.

Otro personaje clave en esta historia es “El Negro”, hermano de Villegas, quien también está involucrado en actividades delictivas y fue arrestado por la DEA.