Claudia, cómo has cambiado: Guadalupe Acosta

CLAUDIA

Contraseñas: Por Miguel Valera
Guadalupe Acosta Naranjo parece recordar a Neruda: “Nosotros los de antes ya no somos los mismos”.

Se lo dice a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo: “qué triste que Claudia terminó en el lado contrario del que luchamos tantos años”.
“Que no se queje de nosotros, que no se queje de mí, yo sigo donde mismo; ella es la que cambió con el poder”, asevera.
Frente al escozor —sensación dolorosa, como la que produce una quemadura— que ha generado las manifestaciones públicas en contra del gobierno de la Cuarta Transformación, me llama la atención lo declarado por Guadalupe Acosta Naranjo, un líder histórico de la izquierda mexicana, luchador social, ex diputado, fundador del Frente Cívico Nacional.
“Yo conocía a Claudia cuando ella tenía 22 años y yo tenía 20. Militábamos en la misma organización, en Punto Crítico. Éramos de las juventudes de Punto Crítico. Ella cumplió 63, yo cumplí 61. En la edad ahí medio vamos, pero me lleva cierta ventaja la compañera. Se ve muy bien, por cierto”, dice sonriente.
“Claudia, lo que cambió de aquella muchacha de 22 años y yo 20 cuando nos conocimos es que luchábamos por la libertad, por el derecho a manifestarse, porque la gente pudiera ejercer sus derechos constitucionales plenamente. Luchábamos por la tolerancia, por la pluralidad”, indica.
Y lanza contundente: “No llamábamos traidor a quien no pensaba como nosotros. No los llamábamos porros de derecha a quien no pensaban como nosotros sino creíamos en las libertades, en la democracia, en la pluralidad, en la tolerancia”, asevera el Economista, quien se inició como líder sindicalista en Sinaloa, su estado natal.
“Si es cierto que venimos herederos del 68, porque ni a Claudia ni a mi nos tocó participar sino porque éramos discípulos de Raúl Álvarez Garín, de la Chata Campa, del Búho, del Pino, de Javier González. De ellos éramos discípulos. Éramos de la misma organización. Ellos cuando vino la represión en el 68 llamaron al diálogo público que ella no tiene. Y cuando hubo la segunda represión llamaron a una marcha del silencio para demostrar que ellos no habían tenido ninguna participación en los actos de violencia. ¿Quiere Claudia que llamemos a una marcha de silencio? Para ver quiénes son los provocadores”.
“Qué triste que Claudia terminó en el lado contrario del que luchamos tantos años. Que no se queje de nosotros, que no se queje de mí, yo sigo donde mismo, ella es la que cambió con el poder”, expone en su cuenta de X el político que se hace llamar “Socialdemócrata que quiere acuerdos por el bien de México, y ahora en resistencia”.
Sus palabras me recuerdan al poema 20 de Pablo Neruda —una pieza que me sabía de memoria—. “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”, repite constantemente el poeta chileno y en uno de ellos, consigna: “Nosotros los de antes ya no somos los mismos”.
Es verdad, como dejó escrito Heráclito para la posteridad, que “nadie se vaya dos veces en el mismo río”, que todo fluye, todo cambia y que como me solía recordar un viejo maestro del periodismo, las opiniones algunas veces tienen “fecha de caducidad”.
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