La razón por la que Joe Biden ha tardado un mes en llamar a Benjamín Netanyahu
El tiempo que ha tardado el presidente de EEUU en contactar con el dirigente israelí es muy superior al de Obama y Trump, y ha sido empleado por sus rivales como arma electoral
Y por fin sonó el teléfono en la calle Balfour en Jerusalén. Tras casi un mes de espera, el jefe de Gobierno israelí, Benjamín Netanyahu ha recibido la primera llamada de Joe Biden desde que asumió la presidencia de Estados Unidos. De esta forma, Netanyahu inicia una cohabitación que se prevé menos apacible de la que “disfrutó” con Donald Trump pero menos tensa de la que “sufrió” con Barak Obama.
El tiempo que ha tardado Biden en llamar al dirigente conservador -muy superior al de Obama en 2009 y de Trump en 2017- ha sido empleado por sus rivales en Israel como arma electoral a cinco semanas de los comicios. Si en las tres elecciones celebradas desde 2019, el líder del Likud recibió ayudas de Washington y exhibió la alianza con Trump como gran baza política, ahora se centra en recordar su vieja amistad con Biden y el hecho de ser el primer líder en Oriente Próximo en recibir la llamada del nuevo inquilino en la Casa Blanca. Netanyahu prefiere no recordar que al menos once dirigentes mundiales hablaron con Biden antes que él mientras sus asesores recalcan que el nuevo presidente está centrado ahora en la agenda interna. La demora no significa nada, respondían las dos partes a las preguntas sobre la llamada que no llegaba.
Esperar 28 días para telefonearle es un gesto con mensaje que las palabras sobre su conversación (“muy cálida y amistosa”) y las respuestas diplomáticas intentan borrar. Como primer ministro israelí, Netanyahu seguirá siendo un gran aliado de EE.UU pero no el gran aliado de los últimos cuatro años.
“Joe Biden y yo somos amigos desde hace casi 40 años cuando yo trabajaba en la embajada en Washington y él era senador de Delaware”, afirmó Netanyahu pocas horas antes de la llamada de este miércoles por la noche. Tras una hora de charla, la oficina del primer ministro ensalzó la “sólida alianza entre Israel y EE.UU” e informó que “dialogaron sobre la continuación del avance de los acuerdos de paz, la amenaza iraní y los desafíos en la zona”.
Con el proceso negociador entre israelíes y palestinos estancado desde 2014, cuando Biden era vicepresidente, y dado el apoyo de éste a los acuerdos de normalización entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos firmados desde el pasado mes de agosto, el principal punto de discordia entre Netanyahu y la nueva Administración no se encuentra en Ramala o Dubái sino en Teherán.
ACUERDO NUCLEAR Y CONFLICTO PALESTINO
Biden y Netanyahu coinciden en la oposición a que Irán tenga armas nucleares y que sus milicias sigan en Siria, Irak, Líbano, Yemen y Franja de Gaza pero difieren en el plan nuclear firmado por Obama en 2015 y abandonado por Trump en 2018. Biden pretende volver a los parámetros del pacto firmado junto a las principales potencias que congelaría el proyecto nuclear iraní a cambio del levantamiento de las duras sanciones económicas. Según él, es la mejor forma de frenar el plan nuclear y reducir las tensiones en la zona. Netanyahu, por su parte, considera un gran error la revalidación del acuerdo incluso con algunas “mejoras”, lo ve como “un engaño del régimen fundamentalista que amenaza destruir a Israel” y denuncia que no incluye el programa de misiles y el papel de la Guardia Revolucionaria en la zona.
En el Partido Demócrata, hay quienes no olvidan -ni perdonan- la plena identificación de Netanyahu con Trump ni la traumática relación con Obama al que retó viajando en 2015 a Washington para pronunciar un discurso en el Congreso contra su acuerdo con Teherán o dándole “una lección de historia” del conflicto israelo-palestino en la Casa Blanca ante la prensa. No olvidan y piden a Biden que no olvide. Es decir, pasar algún tipo de factura al líder conservador sin reducir el tradicional apoyo a Israel.
Biden seguirá el proceso de normalización entre Israel y el mundo árabe pero devolverá la causa palestina, con la solución de dos Estados como bandera, al escenario internacional. Algo que insinúa en su comunicado tras la llamada en el que también reiteró “su compromiso personal con la seguridad de Israel”. Con todo, es improbable que lance una iniciativa de paz en los próximos meses dada la diferencia en las posturas de Netanyahu y el líder palestino Abu Mazen y las elecciones israelíes (marzo) y palestinas, por primera vez desde 2006, en mayo (generales) y julio (presidenciales).
Las relaciones dependerán del frente nuclear iraní pero también evidentemente de los comicios israelíes. No es lo mismo si Netanyahu logra la mayoría con un Gobierno formado solo por formaciones derechistas o está al frente de la coalición actual de transición con el partido centrista del ministro de Defensa Benny Gantz. La tercera opción es un Gobierno encabezado por el líder del centro liberal, Yair Lapid, aunque en este caso necesitaría el apoyo de partidos conservadores.
Nadie duda de la buena sintonía personal entre Biden y Netanyahu pero tampoco de sus diferencias sobre el acuerdo nuclear iraní y el conflicto palestino en el que la nueva Administración por ejemplo volverá a considerar ilegales las colonias retomando la postura común de republicanos y demócratas hasta la llegada de Trump. El nuevo presidente aplicará una política más neutral que su antecesor. Tampoco es difícil.
Hace unos años, Biden bromeó sobre su relación con Netanyahu: “Una vez dije, ‘Bibi, no estoy de acuerdo con ninguna palabra tuya pero te quiero'”.
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