Boris Johnson rectifica y aconseja las mascarillas en las escuelas secundarias

Es la quinta vez que el “premier” cambia de política ante la pandemia de coronavirus y sigue el liderazgo de Nicola Sturgeon, ministra principal de Escocia.

Boris Johnson ha dado un nuevo volantazo en su estrategia contra el coronavirus y a partir de ahora recomendará el uso de mascarillas en los centros de educación secundaria y las hará obligatorias en los distritos escolares con alto nivel de infección en Inglaterra. Se trata de la quinta ocasión en la que el “premier” se ha visto obligado a cambiar de política ante la pandemia y seguir el liderazgo de Nicola Sturgeon, ministra principal de Escocia, que se adelantó también a la hora de cancelar los espectáculos públicos, cerrar las escuelas, obligar a llevar las mascarillas en las tiendas y suspender el uso del polémico algoritmo que rebajó las notas de selectividad al 40% de los alumnos.

Hasta esta misma semana, el Departamento de Educación consideraba innecesario el uso de las mascarillas en las escuelas por el bajo riesgo de contagio entre los niños y por considerar que obstaculizan la comunicación entre profesores y alumnos. Al igual que en Escocia, los niños mayores de 11 años podrían ser obligados a usar la mascarilla en los pasillos y en los lugares comunes (aunque no en la aulas) cuando arranque el curso en Inglaterra, el próximo 3 de septiembre.

“Nuestra prioridad es que los niños puedan volver a la escuela de una manera segura”, declaró el secretario de Educación Gavin Williamson, en la cuerda floja por el fiasco de las notas de la selectividad y por los bandazos de su departamento. “En cada momento, escucharemos cuáles son los consejos de la comunidad científica y médica. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó el pasado fin de semana el uso de mascarillas en niños mayores de 12 años.

En su llamamiento a los padres británicos -“¡es vital la vuelta al colegio!”- Boris Johnson prefirió dejar de lado el espinoso asunto de las mascarillas, cuyo uso obligatorio se limita en el Reino Unido al transporte público y a las tiendas. Ni en la calles de las ciudades británicas ni en la playas se ha impuesto el uso obligatorio “a la española”.

En una nueva intervención ante un grupo de estudiantes en Inglaterra, Johnson dijo el miércoles que la vuelta al colegio es “segura” y destacó lo importantes que es para los niños “socializar con sus amigos”. El “premier” defendió la educación como el “gran transformador” de la sociedad, pero prefirió pasar de puntillas por el asunto de las mascarillas.

El cambio repentino del “premier” ante su uso en las escuelas le ha valido duras críticas en su propio partido, dividido ante la decisión. “Boris Johnson se está equivocando y las mascarillas deberían estar prohibidas en las escuelas”, advirtió el diputado tory Marcus Fysh. “El país debe volver lo antes posible a la normalidad, en vez de estar jugando con estos consejos de escasa base científica. Es el momento de acabar con el miedo, y mantenerlo lejos de los niños”.

“Las mascarillas van a servir para devaluar aún más el entorno de aprendizaje”, declaró por su parte el también conservador Huw Merriman. “Como cualquier otro riesgo en nuestras vidas, tenemos que aprender a vivir con el coronavirus de un modo proporcional”.

El Partido Laborista ha aprovechado el nuevo cambio de rumbo de Johnson para criticar su “lentitud” en la estrategia del coronavirus. El acalde de Londres, Sadiq Khan, y el de Manchester, Andy Burnham, habían anunciado ya de antemano su intención de recomendar el uso de mascarillas en los centros de enseñanza secundaria a partir de la semana que viene.

EL LIDERAZGO DE NICOLA STURGEON
En Escocia, entre tanto, la ministra principal Nicola Sturgeon sigue ganando enteros por su capacidad de liderazgo ante la pandemia, frente a los titubeos de Boris Johnson. Escocia se adelantó el 12 de marzo con la prohibición de espectáculos públicos con más de 500 personas mientras en Inglaterra se celebraban las carreras de caballos de Cheltenham, que reunió a más de 200.000 personas en tres días (algo así como el 8M de Boris Johnson).

Escocia se adelantó también varias horas al anunciar el cierre de sus escuelas el 18 de marzo. Sturgeon se desmarcó varias veces durante el confinamiento y fue mucho más cauta en la desescalada, con su negativa a adoptar el lema “Stay alert” (“Pemaneced alerta”) y mantener el “Stay at home” (“Quedaos en casa”) tras el caos propiciado por el discurso de Boris Johnson el 10 de mayo.

El 10 de julio, Escocia ordenó el uso de mascarillas en las tiendas y en los supermercados. Tras varios días de confusión y declaraciones contradictorias, el Gobierno decidió imponer la medida en Inglaterra al cabo de cuatro días. Escocia dio finalmente marcha atrás con el uso del polémico algoritmo para las notas de la selectividad (los exámenes se habían suspendido), mientras que el Gobierno británico siguió en sus trece y propició una revuelta popular de padres, alumnos y profesores, justo cuando Boris Johnson iniciaba sus vacaciones (precisamente en Escocia). Como en ocasiones anteriores, Londres siguió el camino trazado por Edimburgo y ordenó la suspensión del algoritmo y la revisión de los resultados a partir de la “proyección” de las notas estipuladas por los profesores.

En la cuestión del uso de las mascarillas en las escuelas secundarias, Escocia volvió a tomar la delantera el pasado lunes, mientras Downing Street indicaba que no había planes para cambiar sus directrices. La presión de los sindicatos de profesores, de los distritos escolares y de los propios centros forzaron el repentino cambio de estrategia del Gobierno ante el arranque del curso.