El regreso…pero al inicio
GINA TRUJILLO
Todos estamos de acuerdo con el Presidente de la República en que es necesario que los planteles educativos sean reabiertos a los estudiantes, pero como en muchos otros asuntos de política pública, el problema reside no en el “qué” sino en el “cómo”.
Desde el inicio de la pandemia, no se les dio garantía a los alumnos de que podrían contar con un plan educativo de calidad a distancia. Todo lo contrario, fue un rotundo fracaso. Desde hace un año y medio, alrededor de 5 millones de estudiantes han abandonado sus estudios, ya sea por falta de acceso a herramientas para la educación a distancia; o bien, porque sus padres perdieron su empleo (o fallecieron) y ya no fue posible seguir sosteniendo los gastos educativos. Producto a su vez de la falta de apoyos a las pequeñas empresas y a los trabajadores.
No hubo un programa para dotar a los alumnos de los equipos necesarios para recibir sus lecciones, sobre todo en zonas rurales o marginadas, el plan de extender el internet a todo México está prácticamente detenido, y al sector docente nunca se le pudo capacitar de forma óptima.
Reanudar las clases presenciales tendría que implicar una completa reingeniería en la gestión que el gobierno hace de la pandemia. Se trata de un importante incremento en la movilidad de todas las ciudades, la cual involucra en gran medida al transporte público, uno de los principales medios de contagio. Hasta ahora nadie sabe cuáles serán las medidas que se tomarán al respecto.
Nos hemos tenido que conformar con un decálogo de recomendaciones sanitarias que en realidad no distan mucho de aquellas que se dictaron hace un año y medio, antes del cierre de escuelas. Sobra decir que en su momento tampoco funcionaron y, de hecho, fue una de las razones por las cuales se decidió cerrar en primer lugar.
Sí, México es de los pocos países que aún no ha realizado un regreso a las aulas, pero también es de aquellos donde más lento avanza el programa de vacunación. Después de todo lo que hemos visto, ¿realmente podemos confiar en que el gobierno podrá hacer un correcto seguimiento de los niños contagiados, o sospechosos de contagio?
Por supuesto, el riesgo no está en los niños y niñas que muestren síntomas, lo más seguro es que ellos de inmediato sean aislados y atendidos por sus padres. El problema son -como desde el inicio- los casos asintomáticos; y por supuesto, los primeros en riesgo serán los docentes y sus familias. Es un tema que no se resuelve con poner filtros sanitarios con gel y detectores de temperatura.
La SEP se limitó a exhortar a los gobiernos municipales para que resuelvan los temas de falta de suministro de agua potable y otras carencias estructurales que presentan los centros educativos, debido a un año y medio de abandono. Es evidente que ante la necesidad de regresar nunca se preparó un plan de gran envergadura para el mantenimiento de planteles y aulas.
Garantías no las hay. No para un retorno a clases seguro. Lo mejor que al gobierno federal se le puede ocurrir, después de tantas ineficiencias, es proclamar una reapertura que se parece mucho a un “sálvese quien pueda… y quiera, o que sus hijos reprueben”. ¡Qué mal momento para tener un mal gobierno!