Ahí no viene el gas…
Carlos Mena.
Existe actualmente una fuerte discusión sobre cómo controlar las subidas del precio del gas. Desde la estrategia de controlar los precios mediante regulación estricta, hasta la idea de dejar a las fuerzas del mercado operar sin restricciones y quitar las trabas regulatorias y de comercio que inhiben la competencia desde hace muchos años.
La autoridad de competencia (Cofece) acaba de terminar su periodo de investigación sobre las condiciones de competencia en el mercado, o mejor dicho, los varios mercados del gas LP en el país. Es de esperarse que en las próximas semanas se publique un dictamen preliminar con los hallazgos de la autoridad sobre si falta, o no, competencia en los mercados. Las empresas todavía tendrán un periodo para hacer argumentos y presentar pruebas sobre estos hallazgos preliminares de los investigadores. Este procedimiento es el que las leyes establecen para que las autoridades puedan regular los precios en caso de encontrarse que no existen condiciones de competencia.
Pero la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y el gobierno federal no esperaron a la conclusión de este procedimiento para tratar de atajar el problema del precio del gas. Ante las subidas de precios de hace unos meses, se impuso un control de precios. Ahora tenemos (nuevamente) precios máximos para los precios al consumidor final del gas LP. Además, el gobierno está implementando una estrategia de participar directamente en el mercado a través de Gas Bienestar, como una nueva filial de Petróleos Mexicanos.
Desgraciadamente, los problemas del mercado de gas LP no se han logrado controlar. Por el contrario, están surgiendo situaciones que no se veían hace tiempo, especialmente de escasez. En términos económicos, esto pudiera estar demostrando que el problema no es de los precios y por tanto tratar de controlarlos pudiera generar muchos efectos adversos de concentración, desabasto y nuevas ineficiencias. Existe un importante crecimiento del mercado negro que está avanzando en muchas regiones del país, acompañado de más incentivos para vender gas robado. Al mismo tiempo, se tienen zonas que han quedado desatendidas porque a las empresas formales ya no les resulta rentable atender ese tipo de poblaciones que generalmente son las más alejadas y pobres. Los pequeños repartidores han salido a manifestarse, organizado paros y bloqueos por todo el país.
El problema es que el precio del gas LP, como en muchos otros mercados, no se define solo por los precios nacionales. En realidad, la producción de gas en México es poca comparada con la necesidad existente. Las importaciones, por tanto, son muy importantes. Pero esas importaciones necesariamente están ligadas al precio internacional. Desde el invierno pasado, la demanda en Estados Unidos, China y en otros mercados ha hecho subir el precio.
Es posible que Cofece determine que no hay condiciones de competencia en ciertas regiones del país, pero es importante que esa autoridad tome en cuenta todos los elementos que hacen que la competencia se distorsione y entre ellos las restricciones regulatorias, el mercado informal y las diferentes formas de producción energética. Si lo que se busca impulsar es que exista más competencia en los mercados, sin duda se requiere facilitar el otorgamiento de permisos, la importación y mejorar las condiciones en las que operan las empresas del sector. Se requiere un piso parejo y reglas claras que permitan a las empresas competir vigorosamente.
La situación internacional no ayuda. Se prevé que los precios internacionales permanezcan altos y sigan subiendo en el invierno. El gas LP sí tiene sustitutos y aunque tristemente se incrementa el uso de leña y carbón en nuestro país, los consumidores también están volteando a ver esas oportunidades de tener un pequeño calentador solar, tener gas natural o usar aparatos eléctricos. Esperemos que el análisis que está por presentar el área investigadora de Cofece sea suficientemente profundo y juicioso que sirva para tomar decisiones regulatorias eficaces.