El Madrid, que cae en Getafe por un error de Militao, no vuelve como el líder que se fue de vacaciones
Después del inesperado tanto de Enes Unal, se muestra impotente para empatar en el Coliseum. Quique se impone tácticamente a un desesperado Ancelotti, que vio tarjeta amarilla.
El año que ha finalizado empezó mal para Militao. En su tercera titularidad, sufría una expulsión exprés, frente al Levante, y pedía perdón de rodillas. 2022 lo hace del mismo modo, aunque nada tiene que ver el contexto. El central se dio la vuelta en el área con una pelota aparentemente controlada, una decisión incomprensible para un central. Enes Ünal, que ha despertado con Quique, echó pimentón y provocó el estornudo del brasileño. El gol, tan inesperado como el gordo de la lotería en las primeras bolas, daba la impresión de ser una circunstancia azarosa. El rostro de Ancelotti, desencajado en la banda, presentía lo contrario. El error había sido del brasileño. La culpa de la derrota, no. El Madrid que se fue no es el que ha regresado. [Narración y estadísticas: 1-0]
Militao pidió disculpas pero no se arrodilló esta vez. Es también otro. Un central jerárquico que, junto a la magnífica adaptación de Alaba, ha diluido la nostalgia por Sergio Ramos. Había, pues, tiempo para todo en un Madrid seguro y solvente. Pero ése era el Madrid que se marchó de vacaciones, no el que saltó al Coliseum, menos mermado de lo esperado por esta plaga bíblica en la que se ha convertido el Covid. Es conveniente recordar los engaños del Génesis: “Seréis como Dioses”.
SIN VINICIUS, SIN DESBORDE
Faltaba Vinicius entre los intocables. El resto estaba en el campo. Decir que un futbolista al que se ridiculizaba hace un año, ha creado en unos meses dependencia en el Madrid es una sandez. Pero no lo es admitir que determinados partidos necesitan el desborde, al jugador que elimina piezas y genera espacios donde no los hay. En Getafe han desaparecido. Quique compartió una banda de las grandes con Míchel en el Bernabéu, ofensiva como pocas. Pero el Getafe que heredó del primero, fruto de numerosas adversidades, sólo tenía un camino posible: recuperar la confianza dejando de perder. Ganar es otra cosa y marcar el segundo gol antes que el primero, un suicidio. ¡Defensa, defensa, defensa!
Esa consigna era un grito de guerra especialmente frente al Madrid, por encima de ausencias que dejaron el centro de la defensa hecho un solar y forzaron la entrada de Cabaco. Nyom se incorporó al final. Siempre con hasta nueve hombres por detrás de la pelota y mucha intensidad en las disputas, al límite del reglamento, Quique era más Bordalás que Míchel. En adelante, seguirá de ese modo. El futuro es, por ahora, pecado.
El Madrid no era capaz de descubrir espacios por donde filtrar balones a Benzema, por lo que optó por los lanzamientos. Modric forzó a Soria, salvador en el desenlace ante Casemiro, y después lanzó al larguero. Poco más. Nada más en todo un primer tiempo de acoso estéril. El gol de Ünal era como un tesoro, defendido por nueve por detrás de la pelota. Si el Getafe tenía oportunidad, salía por la izquierda, gracias a Olivera, reconvertido en un carrilero excepcional.
HAZAR, EN EL SEGUNDO TIEMPO
A los de Ancelotti les faltaba también amplitud y profundidad. El técnico había optado por Rodrygo en la izquierda y Asensio en la derecha. Mal lugar para el brasileño, poco fuego del balear. Cómo debió observar a Hazard para no concederle la titularidad el día en que Vinicius no podía jugar por su positivo. En cambio, el belga dio buen tono en los minutos de que dispuso en la segunda mitad, fue de lo mejor, cuando el Madrid empezó a agotar sus recursos ofensivos a la desesperada. Además de Hazard, entraron primero Mariano y Marcelo, que pudo ser objeto de penalti por un agarrón en el área de Damián. La duda estaba en la intensidad. El nuevo VAR necesita más. Finalmente, Ancelotti optó por Isco y Peter, con el mismo frenesí que sustituía sus chicles. Quique, por su parte, se fortalecía en el argumento. Esto es para su misión mucho más que una victoria, que una colina tomada en la ruta de la salvación. Tras siete partidos sin perder, está en el camino.
Para Ancelotti es únicamente una derrota, se diría, la primera desde octubre, en Cornellà, y después de lograr una ventaja importante sobre los rivales con los que cree que se jugará el título. Pero una derrota que le trae malos recuerdos, los del derrumbe en la segunda temporada de su anterior etapa. No es tan supersticioso como Quique, pero mejor espantarlos cuanto antes.