Rusia, Irán y China realizan maniobras navales mientras en Ginebra se reúnen Blinken y Lavrov
Los ejercicios en el Índico son un signo más del estrechamiento de lazos de Irán con Rusia y China
Mientras en tierra se intentan templar las aguas en el mar se agitan. A la misma hora que Ginebra acoge el crucial encuentro entre los jefes diplomáticos de Estados Unidos y Rusia, al norte del Océano Índico militares de tres países, entre ellos rusos, realizan una serie de ejercicios navales. Pueden leerse como una demostración de fuerza de Moscú, pero también como un signo más del incipiente estrechamiento de lazos de Irán con Rusia y China. Un ‘giro a Oriente’ que los iraníes emprendieron tras el adiós de EEUU al pacto atómico, en busca de un alineamiento estratégico con el que responder a lo que tildaron de ‘traición’ de Occidente.
Citado por la agencia semioficial iraní Mehr, el vicealmirante Mustafa Tajeddini, portavoz para una maniobra militar bautizada como Cinturón de Seguridad Marítima, ha explicado que las fuerzas participantes ejecutan varios ejercicios tácticos, como el rescate de un tanque en llamas, la liberación de rehenes y prácticas de tiro contra objetivos flotantes. “El objetivo es reforzar la seguridad en la región, potenciar la seguridad, combatir la piratería y compartir información”, ha sostenido.
El área donde se llevan a cabo las maniobras, ha añadido, es “muy importante” debido a la confluencia de vías marítimas relevantes procedentes de los estrechos de Bab al Mandeb, Malaca y Ormuz. Aunque los tres países han realizado estos juegos navales anualmente desde 2019, la edición de este año ha atraído más atención que antaño. Ocurre, además, justo después de que altos cargos iraníes hayan acudido a Rusia y China de visita oficial.
Este viernes, el presidente iraní de línea dura, Ibrahim Raisi, regresó a Teherán después de haber mantenido un encuentro en Rusia con su homólogo, Vladimir Putin. “La mejora de las relaciones bilaterales entre Teherán y Moscú va a mejorar la seguridad en la región y en la arena internacional”, aseguró el dirigente, según la agencia gubernamental IRNA. Aunque no se anunciaron acuerdos de calado, las altas esferas iraníes promocionaron la cita como un acto de reconocimiento internacional del nuevo Gobierno.
Rusia e Irán tienen una larga historia de altibajos fruto de la vecindad compartida. Pero en los últimos años, sobre todo a raíz del adiós de Washington al acuerdo nuclear y al hecho de compartir bando en la guerra de Siria, los iraníes han hallado en Moscú cierta complicidad. Esto ha permitido a los rusos aumentar su influencia en una región donde la influencia estadounidense está en claro retroceso. Pero, al mismo tiempo, este acercamiento tampoco se ha traducido en un apoyo firme ruso a las aspiraciones políticas y militares de Teherán.
Putin ha preferido mantener, hasta el momento, una distancia estratégica, útil para preservar sus intereses en Siria -que en ocasiones chocan con los iraníes- o su relación con Israel, crítica con los movimientos de Irán en la región. Por ejemplo, aunque Rusia ha criticado los embargos armamentísticos a la República Islámica, y a pesar de que el embargo de la ONU a la importación de tanques o aviones de combate por parte de Irán caducó en octubre de 2020, hasta el momento no se ha producido ninguna venta rusa de material militar.
Desde la Revolución que destronó al Sha en 1979, Irán ha propugnado una doctrina de no alineación con ninguna gran potencia, en contraposición a lo que los nuevos gobernantes veían como un doblegamiento de la monarquía Pahleví a Estados Unidos. Por eso hay voces internas muy críticas, en todo el arco de facciones, que alertan de los riesgos de, como denominan algunos, “lanzarse a los brazos” de Rusia. O de China. La firma el año pasado de un acuerdo de cooperación estratégica de 25 años de duración con Pekín, consistente principalmente en la venta de crudo a los chinos a cambio de inversión en infraestructuras, tuvo sus opositores. Pero, aunque lo firmó la anterior administración pragmática, el nuevo Gobierno ha sido uno de sus principales impulsores.
El Ministro de Exteriores de Irán, Husein Amir Abdollahian, visitó China la semana pasada con el objetivo de impulsar la materialización de las intenciones expresadas sobre el papel. Pese a las persistentes sanciones, el Gobierno chino ha sostenido un comercio de crudo, realizado mayormente de forma clandestina, que ha servido para sostener económicamente a Irán. Para Irán, la posibilidad de mantenerse a flote con estas compras se ha convertido en un elemento de poder en la mesa de negociación de Viena, que trata de revivir el acuerdo nuclear.