Europa abre la puerta a los refugiados ucranianos, pero duda sobre cómo hacer el reparto
Una “gran mayoría” de los Estados miembro, a favor de activar la normativa que permite conceder protección temporal a todos los que huyen de la invasión rusa
Europa abre la puerta a los refugiados ucranianos. Todo lo que no consiguió la guerra en Siria, la evacuación de Afganistán o los conflictos o hambrunas africanas lo ha logrado, en apenas unos días, la invasión rusa. Una ola de solidaridad, un consenso casi absoluto en la necesidad de hacer un esfuerzo extraordinario y hasta la invocación a un instrumento que está a disposición desde hace 20 años pero no se ha usado todavía: la directiva comunitaria que permitiría conceder protección temporal a todas las víctimas de la agresión.
“He constatado que una gran mayoría” está a favor de dar el paso y “utilizar rápidamente esta posibilidad”, ha asegurado este domingo el ministro francés de Interior, Gérald Darmanin, en la rueda de prensa posterior a la reunión extraordinaria, cuyo país coordina durante este semestre. “Ha llegado el momento de activarlo”, ha dicho la comisaria Ylva Johansson, que llegó al encuentro con un documento de trabajo defendiendo la idea. Los ministros han encargado a la Comisión que elabore una propesta legislativa lo más completa posible, con cifras, para que los gobiernos la discutan de nuevo este jueves en Bruselas, en el Consejo ordinario que está previsto para entonces.
Tras la puesta en marcha de tres paquetes de sanciones económicas, cuatro reuniones de los ministros de Exteriores de los 27, y una cumbre en Bruselas con los jefes de Estado y de Gobierno, los titulares de Interior de toda la Unión se han visto este domingo las caras en la capital comunitaria para abordar un tema que va a ser crítico en los próximos días: la llegada de refugiados huyendo de la invasión rusa.
Desde el inicio de los ataques, al menos 368.000 personas han cruzado las fronteras de Polonia, Hungría, Rumanía o Moldavia y otros vecinos, según datos de Filippo Grandi, alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados. “Los gobiernos y los habitantes de esos países están dando la bienvenida a los que huyen. Ahora es importante compartir esa responsabilidad de manera más concreta”, ha dicho Grandi este domingo. Hasta 300.000 estarían ya en la UE, según datos de la Comisaria Johansson. Y precisamente para eso se reúnen los ministros europeos.
Hay unanimidad en la necesidad de ayudar y abrir las puertas, pero todavía dudas sobre qué mecanismos utilizar, qué estatus conceder a los que llegan y cómo hacer un reparto, si fuera necesario, para ayudar a los que van a ser receptores directos. La cuestión migratoria y la llegada de refugiados ha sido muy divisiva desde 2015, cuando cientos de miles de personas buscaban protección huyendo de lugares como Siria, Afganistán, Yemen o Etiopía. Las costas de Grecia, Malta o Italia se llenaron de demandantes de asilo, pero la respuesta de la UE fue muy distinta. Varios países, en especial los de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia) opusieron mucha resistencia o se negaron incluso en redondo a aceptar refugiados, a pesar de que la UE había puesto en marcha un mecanismo para reubicar y reasentar a decenas de miles de víctimas. Un mecanismo en función del PIB, el paro, la población y los esfuerzos ya hechos por los 27. La cuestión rompió al continente y estuvo a punto de llevarse por delante el espacio de libre circulación, Schengen. Y, siete años después, no está resuelta aún, con batallas en los tribunales.
Ahora, sin embargo, la reacción está siendo completamente diferentes. Desde hace unos meses los socios del Este de la Unión están viviéndolo en sus propias carnes, y eso ha cambiado en parte la perspectiva y disparado las peticiones de ayuda y solidaridad. Y de dinero. Gobiernos como el de Polonia o Eslovaquia han abierto las puertas y están permitiendo entrar a los que huyen de Ucrania, a veces incluso sin pasaportes o documentos válidos. La movilización está siendo sin precedentes, ofreciendo ayuda, alojamiento, comida y bebida. Las compañías ferroviarias de Alemania o Austria, por ejemplo, han anunciado que permitirán desplazamientos de larga distancia completamente gratuitos a quienes tengan pasaporte ucraniano, sin más requisitos. Nada que ver con el cierre de fronteras de hace un lustro, el hostigamiento a las caravanas de quienes llegaban a pie de los Balcanes o la presión para que se fueran de su territorio.
“Damos la bienvenida con los brazos abiertos a todos los que huyen de las bombas de Putin. Apoyaremos a los miembros del Este en el esfuerzo para acoger y cuidar alos refugiados”, ha dicho hoy la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. La ola de solidaridad es sin embargo difícilmente sostenible en el tiempo, como los precedentes muestran, sin un marco legal muy claro y efecetivo, dinero movilizado y una opinión pública a favor. El caso más reciente es hace unos meses, cuando Bielorrusia, aliada de Moscú y que también va a ser castigada con las sanciones comunitarias, intentó desestabilizar la zona empujando a miles de personas traídas expresamente desde Irak o Afganistán en aviones públicos hacia las fronteras europeas. Por eso los ministros quieren abordar la situación y ver cómo se puede compartir el esfuerzo.
En la agenda de los ministros, la ayuda humanitaria y cómo movilizar recursos, económicos y materiales, lo más rápido posible para acoger a decenas de miles de personas con temperaturas muy bajas en la zona. Hace unos meses la discusión era si la UE debería financiar el levantamiento de muros para impedir que entraran refugiados desde Bielorrusia (empujados por una dictadura que buscaba desestabilizar con “tácticas híbridas”, pero refugiados en busca legítima de asilo en todo caso) y ahora es cómo atender las necesidades de los que llegarán con las puertas abiertas.
Los 27 deben estudiar qué mecanismo legal se puede aplicar, porque los ucranianos están entrando sin visado, algo que hasta ahora era necesario. Países como Bélgica están son los que más claramente pedían que se active una directiva europea que está a disposición desde 2001, pero no usada hasta la fecha, que permitiría conceder un estatuto de protección automática a los que huyen de la guerra en Ucrania, según ha explicado el secretario de Estado de Asilo y Emigración, Sammy Mahdi. Algo que evitaría los trámites clásicos (y lentos y complicados y problemáticos) para tramitar las solicitudes. Els istema actual no ha funcionado desde 2015, pero el estatus de protección temporal permitiría durante un año, prorrogable hasta tres, que los beneficiarios tuvieran residencia legal, lo que a su vez permitiría trabajar (por cuenta propia o ajena), matricular a menores en colegios recibir ayudas sociales y otras prestaciones. Sin vivir en campos que son, a la vez, su única opción pero una trampa sin oportunidades.
La mayoría de los que están llegando no tiene intención de estar fuera permanente, sino que confían en poder volver a su país pronto. Pero la incertidumbre es, evidentemente, muy alta.
“”La directiva de protección temporal internacional, que está desde 2001, no ha tenido eficacia. España la tiene traspuesto desde 2003, pero ya sea esa directiva o cualquier otro mecanismo para dar protección, tenemos los instrumentos necesarios para dar una respuesta”, ha asegurado el ministro español, Fernando Grande-Marlaska, a su llegada al encuentro.
Preguntado por qué estimaciones baraja España, o qué esfuerzo está dispuesto a hacer para reubicar posibles refugiados, el Grande-Marlaska ha respondido que “la capacidad es la de Europa, es una cuestión de Europa. España dentro de la UE tiene un compromiso máximo. No vamos a hacer previsiones que quizás no acompañen a la realidad, trabajaremos sin descanso y tenemos las medidas para responder. Siempre hemos dado la cobertura necesaria. Europa no va a ahorrar ningún esfuerzo. Tenemos experiencia, como se vio en 2015 con los refugiados sirios. Europa desgraciadamente tiene experiencia que ha servido para que tengamos ahora los resortes para dar cobertura”, ha añadido el español.