Israel, el nuevo mediador entre Rusia y Ucrania

En un intento de lograr una tregua entre Rusia y Ucrania, en poco más de 24 horas, el primer ministro israelí se reúne con Putin y Scholz y dialoga tres veces con Zelenski y dos con Macron

¿Es posible que el primer ministro con menos apoyo en la historia de Israel (su partido tiene seis de los 120 diputados de la Knésset) y que debe su cargo a una coyuntura política sin precedentes contribuya a poner fin a la guerra más importante de las últimas décadas en Europa? Aún es pronto para saber si Naftali Bennett tendrá éxito en la misión, casi imposible, de acercar posturas entre el presidente de Rusia, Vladimir Putin y de Ucrania, Volodímir Zelenski, pero de momento se ha hecho un sitio en la liga de estadistas que tienen algo que decir en la escena internacional. Al menos, en esta mayúscula crisis tras la invasión rusa de Ucrania.

Zelenski fue quien pidió a Bennett intentar mediar ante el Kremlin. Aunque fue un exitoso y millonario emprendedor de High Tech que no teme la palabra fracaso, el israelí es consciente que el encargo de la mediación es muy difícil y sobre todo no depende de él.

“Nosotros seguiremos ayudando siempre que nos lo pidan. Incluso si la posibilidad (de éxito) no es grande, en el momento que hay una pequeña abertura, nosotros tenemos acceso a todas las partes y tenemos la capacidad. Considero como nuestra obligación moral hacer todos los esfuerzos”, afirmó Bennett este domingo al inicio de la reunión semanal del Gobierno tras una frenética e inesperada jornada diplomática: viaje relámpago-sorpresa a Moscú para reunirse con Putin durante tres horas, escala nocturna en Berlín donde le esperaba para cenar y dialogar el canciller alemán Olaf Scholz y tres conversaciones telefónicas con Zelenski y dos con el presidente francés Emmanuel Macron. El domingo por la tarde, Bennett volvió a hablar por teléfono con Putin mientras este lunes el ministro de Exteriores Yair Lapid se reúne en Riga (Letonia) con su homólogo estadounidense Antony Blinken.

La importancia y urgencia que Bennett concedió a su misión se explica en su viaje en Shabat. Algo que, para practicantes religiosos como él, se justifica solo en el caso de poder salvar vidas.

“Como todos saben, la situación en el terreno (Ucrania) no es buena. El sufrimiento humano puede ser aún mayor si las cosas siguen por el mismo sentido”, ha afirmado Bennett aclarando que su mediación cuenta “con la bendición y el ánimo de todos los actores”. ¿Estados Unidos también? Bennett informó el pasado viernes al gran aliado de Israel que se iba a reunir con Putin. El Consejero de Seguridad Nacional, Jacke Sullivan, no se opuso e incluso le animó a hacerlo, según el Canal 12, pero le comentó que no veía grandes posibilidades de que el dirigente ruso acceda ahora a una tregua. EEUU no fue el promotor de su viaje a Moscú pero si lo hubiera visto mal, Bennett hubiera pasado un Shabat más en su casa de Raanana, al norte de Tel Aviv.

La reunión del veterano Putin con el joven Bennett en plena invasión de Ucrania es sorprendente. No lo es el papel mediador de Israel. En primer lugar, porque es uno de los pocos países en el bloque occidental que mantiene buenas relaciones y contacto directo y fluido con Kiev y Moscú.

En segundo lugar, debido a su sensible situación geoestratégica. Israel condenó la invasión rusa-con las palabras del ministro de Exteriores y el voto en la Asamblea General de la ONU- y expresó su apoyo a la “integridad territorial y soberanía de Ucrania” pero sin emplear el duro discurso y sanciones de otros países contra Putin. De esta forma, intenta evitar que las fuerzas armadas rusas desplegadas en Siria se opongan a los ataques aéreos que Israel suele realizar contra objetivos y milicias proiraníes.

Hasta la fecha, Israel sigue un camino que Bennett define como “mesurado y responsable” en el que por un lado no da la espalda a Ucrania y a su principal paraguas militar y diplomático (EE.UU) y por otro no irrita a Putin. Un ejercicio diplomático difícil de articular sin recibir dardos de uno u otro lado. EE.UU, por ejemplo, entiende las “necesidades estratégicas” de Israel (en alusión al papel ruso en Siria) pero esperaba un apoyo israelí mucho más activo en su gran enfrentamiento con Rusia.

Zelenski agradeció este domingo el apoyo de Bennett y sobre todo del pueblo israelí reflejado en unas fotografías que le emocionaron, como presidente de Ucrania y como judío, en el Muro de las Lamentaciones en Jerusalén en el que varias personas rezan arropados con la bandera ucraniana.

Ucrania también ha agradecido a Israel por su ayuda humanitaria y su hospital de campo, previsto en los próximos días en su territorio, pero le hubiera gustado recibir armas aunque sean defensivas para frenar los ataques rusos. Bennett teme que eso llevaría a Putin a romper la coordinación militar en Siria contra la infraestructura armada iraní poniendo en peligro a los pilotos israelíes.

Otro asunto importante para Israel en la crisis es la situación de los 2.000 israelíes que aún permanecen en Ucrania y sobre todo la numerosa comunidad judía ucraniana y rusa. Se cree que decenas de miles de judíos de Ucrania, y en menor medida, Rusia, emigren en los próximos meses a Israel en donde ya viven 1,2 millones de habitantes con orígenes en la antigua URSS. Hoy aterrizó un grupo de ucranianos que huyeron de la guerra, entre ellos 84 huérfanos de Odesa.

La derecha israelí en la oposición critica a Bennett tras su viaje a Moscú por “meterse donde no debe” en lugar de “donde debe”, es decir, el pacto nuclear entre Irán y las potencias. Israel teme que la firma del nuevo acuerdo permita a Irán mantener viva y cercana la opción nuclear al tiempo que, sin las sanciones, podrá aumentar la financiación de las milicias pro iraníes que rodean a su país en Líbano, Gaza y Siria.
No es noticia que la cuestión nuclear iraní haya centrado las reuniones y conversaciones de Bennett con líderes mundiales en las últimas semanas. Lo que sí es su cada vez más activo papel de mediador en la sangrienta crisis que azota Europa del Este.