Estados Unidos advierte a sus aliados de que China está dispuesta a apoyar militarmente a Rusia
El presidente Joe Biden podría viajar a Europa en las próximas semanas
Las grandes dictaduras del mundo se unen en la guerra contra Ucrania. China se ha mostrado abierta a prestar ayuda militar en el conflicto a Rusia, que ha visto cómo sus planes de ocupación de su vecino del sur se atascan completamente debido a la encarnizada resistencia de los ucranianos y al apoyo militar que éstos reciben de los países democráticos. Así lo afirma el Gobierno de Estados Unidos, basándose en la información de sus servicios de espionaje.
Moscú y Pekín han negado las alegaciones de Washington. Claro que no es menos cierto que Rusia negó que fuera a invadir Ucrania hasta que lanzó el ataque, y que China mantiene una censura total sobre la guerra que hace que sus ciudadanos no tengan idea de lo que está pasando. Un alto cargo del Departamento de Defensa ha declarado al diario ‘Financial Times’ que, si Pekín apoya a Moscú militarmente, “probablemente tendrá consecuencias para China”. Hoy se reunieron en Roma el consejero de Seguridad Nacional de EEUU, Jake Sullivan, y el miembro del Politburó del Partido Comunista Chino, Chang Yiechi, que dirige la diplomacia de su país.
Pero, más allá de lo que digan los servicios de espionaje, China ya ha dado una gran ayuda a Rusia que puede, además, ser la excusa para que Vladimir Putin lleve a cabo una escalada de la guerra. La agencia de noticias china Xinhua, el periódico de ese país ‘Global Times’, el embajador de Pekín en Naciones Unidas, Zhang Jun, y el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de ese país, Zhao Lijian, han defendido la propaganda rusa de que Estados Unidos tiene laboratorios de armas biológicas en Ucrania. La actitud de Pekín dinamita, así, las posibilidades de que China actúe como mediador en el conflicto, una opción que había sido defendida por el propio ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dimitro Kulyeva.
La teoría de que Estados Unidos tiene laboratorios de armas biológicas en Ucrania fue inventada la semana pasada por Rusia, como una nueva excusa para la invasión de Ucrania. Primero, Moscú había dicho que el ataque se debería a la expansión de la OTAN; después, al presunto (y nunca demostrado) ‘genocidio’ de rusohablantes en el país; y, a continuación, a que el Gobierno de Volodomir Zelinski es “nazi”. Hasta el momento, la última muestra de la creatividad de Putin son las armas biológicas, aunque no es descartable que mañana el Kremlin ‘descubra’ algo nuevo y terrible en Ucrania y China lo crea.
Al margen del componente geopolítico, la idea de que EEUU desarrolla armas biológicas en Ucrania que, según Pekín y Moscú, luego dispersa por el mundo utilizando animales sienta, sin duda por pura casualidad, como un anillo al dedo a la teoría china de que el Covid-19 no empezó en su país, sino que fue exportado a China. Además, está el componente estratégico. China y Rusia son dos dictaduras que quieren desmantelar el sistema de relaciones internacionales creado tras la Segunda Guerra Mundial por otro más afín a sus intereses. Así, el mundo podría estar ante el mayor desafío a la arquitectura institucional mundial desde la derrota del nazismo en 1945.
Mientras se confirmaba esta información que la Casa Blanca filtró a varios medios de comunicación de Estados Unidos y que fue desmentida por Pekín y Moscú, se conocía también que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, podría viajar a Europa en las próximas semanas para tratar con los aliados de la OTAN la situación creada por la invasión rusa de Ucrania, que amenaza con convertirse en un conflicto que involucre a todo el continente. Así lo ha declarado la Casa Blanca que, sin embargo, ha matizado que aún no se ha tomado una decisión definitiva.
El anuncio ha tenido lugar cuando el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, estaba reunido en Roma con el máximo responsable de las relaciones de China con Estados Unidos, el miembro del Politburó del Partido Comunista chino Chang Yiechi. El encuentro concluyó a las seis menos cuarto hora continental europea, sin que ninguna de las partes hiciera declaraciones.