Muere el escritor Milan Kundera a los 94 años

L'écrivain tchéque Milan Kundera en 1981. Photo Grossetti.

Miércoles 12 de Julio 2023

El autor de novelas como ‘La insoportable levedad del ser’ y ‘La broma’ fue uno de los narradores más importantes del siglo XX

Milan Kundera insistía en que, como descripción biográfica en sus libros, constasen solo dos frases: “Nació en Checoslovaquia. En 1975, se instala en Francia”. El resto no importaba, ni el autor, ni los detalles de vida, ni sus ideas. Lo que contaba era su obra, clásicos de la segunda mitad del siglo XX como La broma o La insoportable levedad del ser y ensayos como El arte de la novela o El occidente secuestrado, editados en castellano por la editorial TusquetsÉl, que fue un ferviente comunista en su país durante el apogeo del estalinismo, rehuía de las ideologías y repudiaba la biografía. La escueta nota biográfica que quería para presentar su vida ya tiene su frase final: “Nació en Checoslovaquia. En 1975, se instala en Francia. En 2023 muere en París”.

Kundera murió el martes, aunque la noticia no se conoció hasta este miércoles. Tenía 94 años. Su salud se había deteriorado en los últimos tiempos y había perdido la memoria. Le sobrevive su esposa, Vera. No tenían hijos, pero sí un nutrido grupo de amigos y admiradores en París, donde vivía desde principios de los años ochenta, en varios apartamentos del distrito VI, cerca del hotel Lutetia, la calle Cherche-Midi y el Jardín de Luxemburgo. Hasta hace unos años, todavía se le podía ver pasear por estas calles, no de incógnito, pero sí con la discreción de quien formaba parte del paisaje de este rincón de la rive gauche, cogollo del barrio literario de la capital. Lejos de ser un eremita, hacía vida social, aunque llevaba casi cuatro décadas sin dar, por principio, entrevistas a la prensa. Se ocultaba a plena vista.

El éxito de Kundera en los años ochenta, con traducciones a decenas de lenguas y adaptaciones cinematográficas, descubrió para una multitud de lectores un mundo narrativo singular, una literatura culta y a la vez legible que combinaba el placer del relato, tras años de arideces experimentalistas, con la novela de ideas. Descubrió también para muchos Europa central en víspera del momento definitivo de toda una generación de europeos: la caída del Muro de Berlín. El autor de Los testamentos traicionados fue, como sus contemporáneos del bum en América Latina, el heredero y reinventor de una gran tradición literaria —en su caso la de la gran novela europea de raíz cervantina— y un descubridor del continente que llevaba cuatro décadas oculto tras el telón de acero y sometido al totalitarismo de Moscú.

Al final de su vida, se reconcilió con su país natal, donde se le concedió el Premio Nacional de Literatura en 2008 y en 2021 el Premio Kafka. Tres años antes, había recuperado la nacionalidad checa, de la que el régimen comunista le había despojado a finales de los setenta tras instalarse en Francia. Milan y Vera habían donado sus libros y archivos a la biblioteca de Brno, donde nació el escritor.

Cuenta Noiville y otras personas que trataron a Kundera estos años que mentalmente había empezado a regresar a su país natal, como si las raíces tirasen de él después de tantos años. “Los recuerdos vuelven, quizá es la nostalgia, un movimiento natural al envejecer”, resumía hace dos años el ensayista Christian Salmon, amigo de los Kundera desde los años ochenta. Ariane Chemin, periodista de Le Monde y autora del ensayo biográfico À la recherche de Milan Kundera (En busca de Milan Kundera), explicó por la misma época que el proyecto de regresar había quedado abortado después de que en 2008 la revista checa Respekt publicase un documento de los archivos que daba a entender que, en 1950, Kundera denunció a un opositor que acabó condenado a 22 años de prisión.

Escribió Kundera, en un diálogo imaginario consigo mismo en El arte de la novela:

“—¿Usted es comunista, señor Kundera?

—No, soy novelista.

—¿Usted es disidente?

—No, soy novelista.

—¿Usted es de izquierdas o de derechas?

—Ni lo uno ni lo otro. Soy novelista”.

En declaraciones a EL PAÍS, en 1982, cuando aún estaba lejana la caída del Muro de Berlín, declaró: “No me siento cómodo en el papel del disidente. No me gusta reducir la literatura y el arte a una lectura política. La palabra disidente significa suponerle a uno una literatura de tesis, y si algo detesto es precisamente la literatura de tesis. Lo que me interesa es el valor estético. Para mí, la literatura procomunista o la anticomunista es, en ese sentido, lo mismo. Por eso no me gusta verme como un disidente”.

https://elpais.com/cultura/2023-07-12/muere-el-escritor-milan-kundera-a-los-94-anos.html