Xóchitl Gálvez acapara cobertura mediática en los últimos 40 días

Viernes 21 de julio 2023

De acuerdo con Oráculus, la panista tiene 50% más presencia en medios que Ebrard y 89% mayor cobertura que Sheinbaum. Ahora enfrenta al 61% que se considera obradorista.

Xóchitl con su huipil rosa tocando a las puertas de Palacio Nacional. Gálvez con su bolsa jacquard de símbolos dalinianos sonriendo para las cámaras. Y bajo el brazo izquierdo ese famoso amparo que le consiguió un despacho de Claudio X. González. Era su gran día, el primero en las grandes ligas del espectáculo político nacional. Y nadie le abrió.

Las mieles de ‘La Mañanera’ obradorista no escurrirían en su jardín, pero sí la megacobertura mediática que alcanzó aquel 12 de junio, cuando los ojos de las cúpulas empresariales y partidistas voltearon a verla con seriedad. Es Xóchitl, Xóchitl Gálvez Ruiz, la senadora, la senadora del PAN.

Ese lunes la ciudadanía se volcó a Google para merodear referencias sobre la hidalguense de origen otomí que estaba siendo desdeñada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Aquel día estuvo a casi casi nada de rozar el impulso de búsqueda que genera la doctora Claudia Sheinbaum Pardo.

Y luego vendría una entrevista de radio por aquí, otra por allá, dos o tres programas de tele, un paseo en bicicleta bajo el asedio de las cámaras, decenas de menciones en columnas de opinión, racimos de apariciones en las primeras planas de los diarios y las páginas web, una declaración sacada de contexto que animaba la discusión en redes sociales.

Gálvez estaba entrando a empellones a la “corcholatería” de AMLO, sin avisar, sin decir agua va, emocionando al público antiobradorista y provocando el desdén de los que ya tienen decidido votar por Morena y sus aliados.

12 al 26 de junio: aparece en el mar
Como sea, la senadora panista fue el personaje político que acaparó los espacios más destacados de los medios de comunicación en los siguientes 15 días. Ninguna “corcholata” le hizo sombra. La discusión se centraba en si Xóchitl se bajaría del barco que navegaba con destino a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México para subirse en la despiadada fragata de la carrera presidencial.

A pesar de que con sus declaraciones y activismo Gálvez se sacudía a las “corcholatas” en las zonas más visibles de los medios, las búsquedas de Google aún eran dominadas por tres de los aspirantes presidenciales de Morena. Sheinbaum recuperaba el vuelo, seguida de cerca por Marcelo Ebrard y con Adán Augusto López pisándoles los talones. Xóchitl fue cuarta, con niveles similares a los del perseverante senador Ricardo Monreal.

Durante esos 15 días en los que irrumpió en el mar de los mayores la convencieron de ir por la grande. La senadora panista ha dicho que agarró monte en su natal Tepatepec para abrirse un umbral de reflexión que derivaría en su decisión. En los pasillos del PAN aseguran que Claudio X. González y María Amparo Casar la terminaron de persuadir en uno de los restaurantes más clásicos de Polanco: “El Pacto del Arturo’s”, ya le llaman. Haiga sido como haiga sido, la determinación estaba tomada, pero aún no se montaba en la cresta de la ola.

27 de junio al 21 de julio: en la cresta de la ola
Hasta que llegó la madrugada del 27 de junio. Fue entonces que la hidalguense, otra vez con su huipil rosa, se plantó en la plancha del Zócalo para grabar un video donde anunció que iría por la Presidencia de la República. Con el Palacio Nacional a sus espaldas, prometió que algún día abriría las puertas de ese recinto de adentro para afuera, para que el pueblo pudiera ingresar al edificio histórico.

Ahí estalló realmente el llamado “fenómeno Xóchitl”. Y lo fue no sólo porque por primera vez un aspirante presidencial de oposición le arrebataba la vanguardia de la conversación mediática y sociodigital a las “corcholatas”, sino porque a partir de entonces ha seguido en primer lugar en las búsquedas de Google: por cada clic que se da para explorar algo de Claudia, Xóchitl obtiene tres. Y en la cobertura de medios ni se diga: acaso por el golpe de novedad, las declaraciones y acciones de Gálvez han logrado replegar de los espacios más valiosos a los aspirantes morenistas.

Hoy se cumplen 40 días conviviendo con el torbellino hidalguense. En este lapso la hemos visto brincar descompuesta en su toma de protesta (4 de julio), grabar videos para defenderse de los lances del presidente López Obrador, subir y bajar de bicicletas, ponerse y quitarse cascos, dictar conferencias de prensa, hacer caminatas, ofrecer entrevistas por doquier, recetarnos imágenes fársicas de inteligencia artificial, combatir a propios y extraños en Twitter, encerrarse con empresarios y dirigentes partidarios.

El “globo Xóchitl” –así la califican– volando frente a amenazantes alfileres que prometen hacer de las suyas. Los más peligrosos afianzan su introspección en los mil 400 millones de pesos que han facturado sus empresas con la iniciativa privada, el gobierno federal y algunas administraciones locales, según datos echados a andar por el propio AMLO.

Ahora sí está frente al escrutinio impío, como lo han estado las “corcholatas” de Morena y el propio presidente de México. Y como lo estará, y lo estarán, quienes sigan compitiendo por la silla que ahora ocupa el tabasqueño que en cinco años ganó la Presidencia de México, 23 gubernaturas y cientos de alcaldías. “Hay tiro”, dicen en la oposición. “Se va a desinflar”, reviran en la acera de enfrente.

Pasada la cuarentena con Xóchitl –y el frenesí o desdén que ello conlleva–, viene la calma, el análisis, los datos, las posibilidades reales. Lo cierto es que la Gálvez prendió la contienda que más parecía un nado de delfines que un chapuzón entre tiburones, como suelen ser las batallas políticas de las últimas décadas, particularmente desde 1988, cuando el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas emocionó a la izquierda mexicana con un sueño que tuvo que postergarse tres décadas.

Los datos: Xóchitl tiene 50 por ciento más cobertura que Ebrard
La Central de Inteligencia Política (CIP) de Oráculus ha desarrollado un método que analiza semanalmente más de 35 mil notas periodísticas para medir el valor económico de las menciones que obtienen los aspirantes presidenciales en los principales medios de comunicación del país.

El Análisis de Reputación Mediática de Actores (A.R.M.A.) de la famosa concentradora de encuestas toma en cuenta el valor comercial que tendría cada nota periodística, entrevista, reportaje, crónica o columna de opinión sobre los presidenciables: cuánto hubiera pagado por la cobertura mediática que obtuvieron.

Así, entre el 12 de junio –cuando Xóchitl quiso entrar a La Mañanera– y la tercera semana de julio, la senadora del PAN habría pagado 846 millones de pesos por el alud de referencias que hay de ella en los mass media. Le sigue Marcelo Ebrard, con un valor de cobertura mediática por 563 millones de pesos y Claudia Sheinbaum con 448 millones de pesos.

Las cantidades reflejan que Gálvez tuvo 50.27 por ciento mayor cobertura que Ebrard y 88.84 por ciento más menciones en medios que Sheinbaum. Le siguen de lejos Santiago Creel, Adán Augusto López, Enrique de la Madrid, Ricardo Monreal y Beatriz Paredes, entre otros.
La pregunta que se hace la mayoría de los analistas es si pasando el golpe de novedad, Xóchitl podrá sostener ese nivel de presencia en los medios de comunicación. Unos aventuran que Yes, otros dicen que Nel.

Además de cofundador de Oráculus, Juan Ricardo Pérez Escamilla es abogado por la Universidad Iberoamericana y maestro en Comunicación Política por el Instituto de Empresa en Madrid. “Hemos podido comprobar que, a más cobertura mediática, mejor posicionamiento en las encuestas. Santo que no es visto, no es adorado”, plantea con un estilo desenfadado, como el de los primos o sobrinos estudiosos que comparten con la familia sus conocimientos sin afanes pretenciosos.

“Xóchitl llega de la nada y le rompe al presidente el cerco donde tenía a sus ‘corcholatas’, los destinados a ser los herederos de su poder”, plantea antes de subrayar que “Claudia sigue siendo la rival a vencer para la oposición y para las demás ‘corcholatas’, sobre todo para Marcelo, que a su vez rompe con la apuesta de Xóchitl”.
Se explica: “Hay gente que votaría por Xóchitl o por Marcelo, pero los votantes de Claudia son distintos a los de Xóchitl”.
Pero regresamos a la panista, motivo de este reportaje: “Xóchitl está logrando unificar al votante de oposición, nos está contando la historia de una candidata que surge de la nada, una rockstar que se enfrenta al sistema”, pero se pulsa, dice, a un relato muy armado en el que “Morena es el partido más exitoso del mundo, ganó 23 gubernaturas en cinco años, se construyó y creció con una rapidez inusitada, es un ejemplo de que la democracia mexicana sí funciona porque venció al PRI y a los intereses”.
Los otros datos: los alfileres de Xóchitl
Acudimos a un viejo alquimista de la izquierda que si bien no tiene permiso de aparecer en medios para explicar por qué la dirigencia de Morena parece tan tranquila frente a la emergencia del “fenómeno Xóchitl”, acepta darnos varias claves. Al encontrarnos, ya tiene otros datos extraídos de un abanico de estudios de opinión, unos públicos y otros realizados por el partido en el poder:

AMLO sólo ha perdido unos 10 puntos de popularidad entre diciembre de 2018 y julio de 2023: pasó 76 a 68 o de 70 a 60, dependiendo de la encuesta (si se toman o no en cuenta los indecisos).
Gálvez subió 10 puntos entre junio y julio: saltó de 24 a 34 por ciento en las preferencias opositoras, por lo que no le será difícil vencer a Santiago Creel.
Pero, el 40 por ciento de los opositores aún andan reflexionando su voto, sobre todo los que simpatizan con el PRI.
Entre panistas, Gálvez arrasa, pero el 47 por ciento de los priistas quieren a Beatriz Paredes como candidata y solo el 9 por ciento respalda a la senadora panista.
“Mira, lo de Paredes no es cualquier cosa, es que esos priistas prefieren a la izquierda, y con cualquier coqueteo de Morena, se van a votar por Claudia, Marcelo o el que quede, esa franja de votantes del PRI no es solo de ciudadanos, es que una parte del aparato de ese partido desvencijado puede jugar con López Obrador”, comenta el morenista que llega ataviado de estudios y encuestas. “Sin PRI, no hay país”, bromea y continúa con la danza de cifras:
26 por ciento de los mexicanos quiere que las cosas sigan como están.
42 por ciento desea continuidad con cambio.
Sólo el 28 por ciento prefiere cambiar el rumbo.
De este último dato, me dice, sale la idea de que “Xóchitl es la candidata del 30 por ciento de los mexicanos”.

Gálvez subió 10 puntos entre junio y julio: saltó de 24 a 34 por ciento.

Pero los alfiles más difíciles de esquivar para Xóchitl están en el aumento de los cariños hacia el presidente:

Hoy, 61 por ciento se considera obradorista frente al 55 por ciento que manifestaba esa predilección en 2021.
Ahora el 21 por ciento jura ser antiobradorista, cuando en 2021 esa cifra era de 26 por ciento.
Y una cifra que tomará desprevenido a más de uno: entre el 12 y 15 por ciento de la gente que no votó por AMLO ahora aprueba su gestión presidencial.

El veterano obradorista reconoce que Gálvez inquieta y obliga a tomar las estrategias de campaña en serio, sacó a Morena del marasmo de un triunfalismo anticipado.

En números gruesos, concluye, la fotografía del momento es que “la ‘corcholata’ elegida arrancará con 40/45 por ciento de las preferencias, frente al 30 por ciento de la línea de flotación de la abanderada del PAN, PRI y PRD, el 5/10 por ciento de Movimiento Ciudadano y el 15/20 por ciento de indecisos que son siempre el plato más suculento en una campaña”.

La cuarentena con Xóchitl obliga a ponerse atentos a una contienda competida y sui géneris, tan emocionante como un chapuzón en el mar.
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