Sobrevivir a un Feminicidio: Mujeres en Busca de Justicia Enfrentan Vacíos Legales

NOVIEMBRE 2, 2023

Falta de perspectiva de género y vacíos legales hacen que las mujeres que sufren un ataque contra su vida se queden sin justicia, sin protección por parte del Estado y sin reparación integral del daño

“¿Sigues viva? Ah, sí, sigues viva”, recuerda Rosario que le dijo su agresor y ahora expareja Jorge “N” cuando despertó y fue a patearla para ver si aún respiraba. Como sí estaba viva, la volvió a golpear. Era la segunda vez en aquella madrugada que hacía eso. Rosario llevaba seis horas esposada de las manos, amarrada de los pies, aguantando diversas torturas, que incluyeron golpes con un tubo y toques eléctricos.

Pese a todo eso y a que Jorge “N” le aseguró que iba a matarla y que a él lo dejaría solo muerta, las autoridades de Yucatán, donde viven víctima y agresor, no quisieron clasificar su caso como tentativa de feminicidio, quedó clasificado como lesiones y violencia familiar. El agresor no ha pisado la cárcel.

Esto es lo que pasa en la mayoría de los casos que son tentativa de feminicidio, las autoridades no los clasifican como tal, sino como delitos menores y las sobrevivientes no encuentran ni justicia, ni protección, ni reparación integral del daño, dice Carolina Ramírez, fundadora de la Colectiva Sobrevivientes de Feminicidio.
Las víctimas también están invisibilizadas en la estadística oficial, en el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, donde se registran las denuncias de los delitos, no existe un rubro para tentativa de feminicidio. Pero Carolina Ramírez señala que si en México se cometen 11 o 12 asesinatos de mujeres al día, las tentativas deben ser el doble, casi 24 al día.

En el Código Penal Federal tampoco se considera como tal la tentativa de feminicidio, solo se considera la tentativa para todos los delitos y para acreditarlo se hace como en el caso del feminicidio, que se considera así si existen razones de género, es decir si hubo lesiones infamantes, violencia previa, si existió una relación sentimental entre la víctima y el agresor, si existieron amenazas directas relacionadas al delito o si la víctima fue incomunicada, entre otras.

Verónica Garzón, abogada del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia (IMDHD), explica que no es necesario que se cumplan con todos esos condicionantes, con que haya una basta para acreditar las razones de género. Y para acreditar la tentativa basta con que haya un factor externo que haga que el agresor se detenga. Pero justo falta mucha perspectiva de género para poder tipificar los delitos.
En el caso de Rosario, quien pide que solo se ponga su nombre para no generar reacciones en su trabajo, hubo varios de esos condicionantes. El ataque del 27 de marzo de 2020, en el que ella fue torturada y en el que su agresor amenazó con que la iba a matar, se dio después de dos años de relación. Mientras fueron novios, Jorge “N” no ejerció violencia física, pero era muy celoso y controlador. La violencia física empezó cuando se fueron a vivir juntos, en apenas un mes la agredió tres veces.

Para Jorge yo lo engañaba hasta con el aire y con el sol. Tenía unos celos enfermizos. La primera vez que me pegó fue porque estábamos en casa y me llamó una amiga. Él creyó que me había marcado para darme información de mi supuesto amante, entonces me dio dos bofetadas. Una semana después me aventó contra la cabecera de la cama, también por celos.

Seis horas de torturas
Un mes después vino la tentativa de feminicidio. “Yo había salido a correr, él no quiso acompañarme y me fui sola, cuando regresé estaba enfurecido, hasta la mirada le había cambiado. Me abrió la puerta y se me fue a los golpes. Eran alrededor de las 8 de la noche”.
Rosario cuenta que primero la golpeó con el puño cerrado, después vinieron patadas y cinturonazos.

Me golpeó en todo el cuerpo, me esposó de las manos y me puso cinta canela en los pies, así me dejó tirada en el suelo, mientras me pegaba con un tubo, me dio hasta toques eléctricos, mientras me decía que me iba a matar. Me torturó hasta que se cansó y se fue a dormir, después se levantó para ver si seguía viva y como sí, me volvió a golpear y se volvió a dormir.

La segunda vez que Jorge “N” se levantó para ver si seguía viva y volvió a golpearla, Rosario sacó fuerzas para hablar y decirle que la perdonara, no sabía bien por qué, pero le pidió perdón, le dijo que no lo dejaría, que no lo iba a denunciar, que diría que se cayó o que la atropellaron, pero que, por favor, no la matara y la llevara a un hospital.