Denuncian jovenes y padres de familia de estudiantes de la preparatoria número 7 y la normal lo que viene sucediendo y ya hay jóvenes enfermos por la contaminación que hay en las oficinas de limpia y la presidenta Marta Guerrero no hace nada

Hasta cuándo vamos a seguir tragando sangre con saliva?
Nos están matando. A diario. A plena luz del día. En calles, escuelas, consultorios, oficinas. Nos matan a tiros, a golpes, nos desaparecen. Nos quitan a los nuestros. Y aún así, seguimos callados. Seguimos “resignados”, “respetuosos”, “prudentes”.
¿Dónde están los gritos que alguna vez cimbraron a este país?
¿Dónde está el Javier Sicilia que gritó “¡Estamos hasta la madre!”?
¿Dónde quedó Alejandro Martí y su “Si no pueden, renuncien”?
¿Dónde está la sociedad civil que antes marchaba, que exigía, que prendía velas y levantaba pancartas? ¿Qué nos pasó?
¿Nos acostumbramos? ¿Nos vencieron?
Nos estamos volviendo un país de agachados, de dolientes silenciosos, de víctimas dóciles.
Nos matan uno a uno y solo nos atrevemos a escribir un tuit tibio.
Y mientras tanto, la impunidad reina, campa, se fortalece.
En México se cometen más de 30 mil homicidios dolosos al año.
El 95% de los delitos no se castigan.
Solo 7 de cada 100 homicidios terminan en una sentencia condenatoria.
99 de cada 100 desaparecidos no aparecen con vida.
Tijuana se mantiene como una de las ciudades más violentas del mundo, con más de 2,000 homicidios por año.
Baja California encabeza la lista nacional en asesinatos, junto con Guanajuato, Estado de México y Michoacán.
Y ahora, tres más. Tres que no debieron morir.
Alan Román Miranda Valencia, emprendedor, fundador de una agencia de marketing, asesinado brutalmente cuando intentaron secuestrarlo en la colonia Cacho.
Xavier Jiménez Jiménez, maestro, marista, formador de jóvenes en el Instituto México. Le arrebataron la vida sin razón.
Damián Lozano Durán, veterinario, originario de Zacatecas. Un hombre de ciencia, truncado por una bala.
Los tres asesinados en menos de una semana. Tres historias, tres familias destrozadas. Tres símbolos de que ya nadie está a salvo. Ni tú, ni yo. Ni aunque trabajes, ni aunque estudies, ni aunque “no te metas con nadie”.
Y no, no es que “les tocaba”. No es “su destino”. ¡Fue el crimen y fue el Estado!
Por acción o por omisión, el Estado está fallando. Está reprobado.
Porqué en México, matar sale gratis.
Y lo peor: nadie responde. Nadie renuncia. Nadie actúa.
¿Qué está haciendo el gobierno?
Se toman la foto presentando “planes de seguridad”.
Hacen ruedas de prensa donde se aplauden entre ellos.
Presumen detenciones de “objetivos prioritarios” que salen libres por errores de procedimiento.
Siguen designando jefes de policía acusados de corrupción, desapariciones o nexos con el crimen.
No hay coordinación real entre municipios, estado y federación.
La Guardia Nacional parece más preocupada por cuidar aduanas y aeropuertos que por proteger a los ciudadanos.
Y la Fiscalía? Dormida. Atascada de carpetas. Sin peritos. Sin resultados. Sin vergüenza.
¡YA BASTA! ¡Nos están matando y nadie se hace responsable!
Esto no es normal. No es “parte de vivir en México”. No es “daño colateral”.
¡Es terrorismo social! Es control por miedo. Es exterminio civil disfrazado de inseguridad.
Y nosotros, los ciudadanos, ya no podemos callar más.
Exigimos:
Renuncias inmediatas de los responsables de la seguridad pública en Baja California si no pueden garantizar resultados.
Auditorías ciudadanas e internacionales al funcionamiento de las fiscalías.
Aplicación del artículo 102 de la Constitución: creación de fiscalías autónomas de verdad.
Justicia expedita y reparación integral para las familias de víctimas.
Un frente nacional de víctimas, sociedad civil y organismos ciudadanos para exigir seguridad real.
Que el presidente, la gobernadora y el alcalde se pronuncien y actúen. No con discursos. Con resultados.
Porque no podemos seguir rezando cada vez que salimos de casa.
Porque no basta con decir “que descansen en paz” y pasar a lo siguiente.
Porque hoy fueron Alan, Xavier y Damián, y mañana?