Descubrimiento del Calendario Azteca; esto sucedió

El 27 de junio de 1964 el histórico monolito se trasladó al Museo Nacional de Antropología, donde actualmente se puede visitar en la Sala Mexica.

Un día como hoy, 17 de diciembre, pero de 1790, se descubrió en la Plaza Mayor de la Ciudad de México una de las piezas monumentales más representativas de la civilización azteca: la Piedra del Sol, también conocida como Calendario Azteca.

Este disco de piedra basáltica, que sintetiza el conocimiento astronómico que desarrollaron los mexicas antes de la conquista, tiene 3.60 metros de diámetro y 122 centímetros de grosor, además de un peso de más de 24 toneladas.

Descubrimiento del Calendario Azteca “Casi tocaba la superficie de la tierra, la que se veía por encima sin labor alguna, pero en la parte de abajo que asentaba en la tierra, se descubrían varias labores”, según las crónicas de Antonio de León y Gama sobre cómo se encontró este monolito el 17 de diciembre de 1790. El hallazgo se logró gracias a que el virrey Juan Vicente de Güemes ordenó varias mejoras urbanas en la capital de la Nueva España.

“Se estaba igualando el suelo de la Plaza Mayor y construyendo ductos para las aguas subterráneas. La Piedra del Sol se entregó a los responsables de catedral en forma temporal y seis meses después, en agosto de 1791, el virrey Revillagigedo decretó se tomaran las medidas necesarias para garantizar su perpetua conservación como parte de los ‘monumentos preciosos que manifiestan las luces que ilustraban a la nación indiana en los momentos anteriores a su conquista'”, señala un texto histórico publicado por la Universidad de Guadalajara (UdG).

El primer lugar donde se exhibió por casi cien años fue en el exterior de la Catedral metropolitana. Posteriormente, en 1887 se trasladó al Museo Nacional situado en la calle de Moneda, en el Centro Histórico. Y el 27 de junio de 1964 se trasladó al Museo Nacional de Antropología, donde actualmente se puede visitar en la Sala Mexica.

Historia y significado del Calendario Azteca​El texto de la UdG señala que Fray Diego Durán, en su Historia de las Indias de Nueva España, recopiló testimonios que cuentan que 42 años antes de la caída de Tenochtitlan se empezó a tallar este monolito por un artista llamado Técpatl; según estos testimonios fue el emperador Axayácatl quien la mandó hacer junto con un recinto para colocarla que se llamó Cuauhxicalco.

Lo que podría identificarse como el dios del Sol, Tonatiuh, está representado en el centro del la Piedra, donde se observa con sus dos manos, cada una con una pulsera, un ojo y una ceja, porque nada se le puede ocultar. Y en cada una de ellas, sus garras apresan un corazón humano, y su lengua está representada como un cuchillo pedernal. Además, por encima y debajo del rostro aparecen grabados que representan los símbolos de las cuatro eras o soles.

También se sabe que tuvo un uso en posición horizontal, no vertical, como se exhibe hoy en día, y funcionaba como una plataforma de sacrificio gladiatorio, incluso posee una cavidad que servía como depositario de corazones y de sangre del guerrero vencido.
milenio.