López-Gatell lo volvió a hacer

No ha aprendido nada. El subsecretario de Salud vuelve a tropezar con sus propias palabras. De nuevo, se convierte en su peor enemigo. Nada como sus propios dichos para evidenciarlo. Nadie como él, para desenmascararlo.

Ayer, Hugo López-Gatell se aventó otra de sus proyecciones. Su palabra ya no goza de confianza ni credibilidad. En la mañanera del presidente López Obrador aseguró que “en 15 días los contagios (de COVID) comenzarán a disminuir”. El subsecretario, pues, afirmó que, para el 25 de agosto, cuando las clases presenciales ya sean una realidad, la curva de casos positivos comenzará su descenso.

López-Gatell ha mentido una y otra vez sin ruborizarse, ha presenta información incompleta, e intentado justificar lo injustificable. Sus pronósticos son como jugar lotería. Su puntería anda extraviada. ¿Por qué creerle esta vez?

México atraviesa la tercera ola de la pandemia, la cifra de muertes reconocidas por la secretaría de Salud araña las 250 mil, aunque expertos y la propia información pública habla de más de medio millón, pero el subsecretario, vocero del gobierno y responsable de la estrategia, no deja de dar bandazos.

El 29 de febrero de 2020, aseguró que el nuevo coronavirus era “indistinguible de un catarro”. Dos días después, el 2 de marzo, comenzó su batalla contra el cubrebocas: “los cubrebocas no sirven”. Al otro día, insistió en los hospitales: “no hay necesidad de hospitales especiales”.

El 24 de marzo, recomendó, ante los primeros síntomas, no ir a hospitales para “no saturarlos”. A inicios de este año supimos que 70% de quienes van a recibir atención médica, llegan 12 días tarde en promedio.

El 20 de abril de 2020 decretó el inicio del aplanamiento de la curva. Cuatro días antes, el 16, se aventuró a pronosticar que para el 25 de junio la epidemia habría “concluido en el Valle de México”. Nada de eso sucedió.

El 1 de mayo aseguró que el “pico” de la pandemia llegaría el 6 de ese mes “y después comenzará a descender”. Luego, el 11 de junio, estimó que el “pico” sería la semana del 15 de junio. Tampoco atinó.

El 4 de junio revisó sus pronósticos de muertes. Dijo que “el mínimo eran 6 mil, otro escenario era 8 mil, otro 12 mil 500, y teníamos así hasta 30 mil, e incluso un escenario muy catastrófico que podía llegar a 60 mil”. Hoy México está por alcanzar los 250 mil decesos en la cifra oficial, que no es la real.

El 31 agosto de 2020 afirmó que, “con base en proyecciones matemáticas”, en “octubre todos los estados, quizá menos dos o tres que lo harán en noviembre, estarán en semáforo verde”. No pasó.

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Mintió aplanando la curva. Mintió proyectando el “pico”. Mintió hablando del fin de la pandemia en el Valle de México. Mintió sobre que no se necesitarían hospitales especiales para pacientes de COVID. Mintió señalando que el nuevo coronavirus era más leve que la influenza. Lo suyo es la mentira. Miente como respira. Vaya, hasta su equipo mintió y ocultó su hospitalización durante su convalecencia, cuando dio positivo a COVID. Y cuando regresó, volvió mintiendo.

Aseguró, entonces, que aún tenía “carga viral y es contagioso”, por eso no fue a la conferencia de la secretaría de Salud. Dijo que tiene alta médica, pero no epidemiológica, por eso trabajará de manera virtual, desde su casa. Unas horas más tarde de eso, fue exhibido caminando en las calles de la colonia Condesa, en la CDMX, sin cubrebocas.

El subsecretario ha fallado en todo. No es confiable. Su profesionalismo es nulo y su estrategia no lo es. Los errores son incontables. ¿Por qué creer en su proyección esta vez?

Las palabras usadas con ligereza tienen consecuencias. En una pandemia, matan. Y él ha sido irresponsable con ellas.